"Unidos en Cristo para Evangelizar"
13 de Julio de 2017
¿Cuál es la misión de un papá en la vida de un hijo?
 


El Padre Roberto Espejo nos comparte un profundo texto para reflexionar en este tema

“Lo que tengan que hacer háganlo de corazón, como sirviendo al Señor y no a los hombres”. (Colosenses 3,23)

No sólo es necesario ser un papá presente, es imperativo generar vínculos afectivos sólidos con los hijos.

Papá, vive de tal manera que cuando tu hijo piense en lealtad, honestidad, integridad, justicia, Dios, respeto, trabajo, fidelidad, servicio y caridad, tu imagen se le venga a la mente.                                                                                                                      

 Aunque la sociedad occidental ha dado mayor importancia al rol de la figura materna, la figura paterna en la vida de los hijos es tan importante como el de la madre porque desempeña un papel único, intransferible, insustituible y fundamental dentro del desarrollo emocional, psicológico y social de ellos.

Papá, cuando sea mayor quiero ser como tú  
Los hijos que tienen la fortuna de contar con padres que están emocional y físicamente presentes en el transcurso de su vida -en especial, en momentos claves de su desarrollo- y haciendo lo que les corresponde en su papel de papás, presentan mayor tolerancia a la frustración, mayor confianza en sí mismos, autocontrol y una autoestima sana.

No solo es necesario ser un papá presente, es imperativo generar vínculos afectivos sólidos con los hijos. Es decir, ser papás activos, siempre pendientes de sus necesidades. Unas veces se tratará de satisfacérselas o darles herramientas y que ellos mismos encuentren soluciones. Otras veces simplemente consistirá en consolarles y darles esa palmadita en la espalda con el mensaje oculto de “todo estará bien porque yo estoy contigo”, lo cual les aporta seguridad.

El desarrollo de una relación positiva con su padre ayudará al hijo para que en un futuro sea un adulto ecuánime y seguro. La sensación que le da contar con un papá que le respalda es simplemente indescriptible.

Todo hijo merece sentirse deseado y aceptado por el papá y no solo por la mamá. La aceptación procede de la voluntad; y el deseo, del sentimiento. Si un hijo percibe rechazo se puede bloquear su desarrollo. Y no lo será tanto por no haber sido deseado, sino por no haber sido aceptado. La aceptación de la paternidad y la aceptación de su persona, son necesarias  e importantes para el sano desarrollo individual y social de los hijos.

Estas son algunas actitudes de aceptación o rechazo:

El rechazo a tu hijo  te convierte en un padre autoritario y tirano. El mensaje que mandas al hijo es que no te moleste o que mejor no hubiera nacido. O bien, lo rechazas convirtiéndote en un padre indulgente, indiferente, el “colega” de tus hijos. El mensaje que mandas al hijo es que está solo y que se rasque con sus propias uñas, que no es tu prioridad.

Lo sobreproteges convirtiéndote en un padre autoritario, perfeccionista. El mensaje que mandas al hijo es que debe seguir el molde y ser como tú. El hijo se siente con el amor condicionado. O bien sobreproteges convirtiéndote en un padre indulgente, narcisista que idolatra a su retoño. El mensaje que mandas al hijo es que no hay nadie como él, es tu ídolo. Aunque parezca lo contrario, el hijo desarrolla una estima personal frágil, sin cimientos sólidos.

La palabra convence pero el ejemplo arrastra

Si algo observan los hijos en los padres es su forma de trabajar. Es decir, el papá les enseña la virtud y el valor humano del trabajo. Un padre de familia necesita poner mucho interés al realizarlo -cualquiera que este sea- y que esté bien hecho. Por el modo de trabajar un padre se prestigia o se desprestigia ante sus hijos, obtendrá su admiración y respeto o todo lo contrario.

El modo de entender el trabajo, de ponerle amor y empeño reconociendo su dignidad y valor, el darle su propio estilo personal al realizarlo… son puntos de apoyo para el ejercicio de la autoridad paterna.

Los hijos son inteligentes y si la imagen que ellos perciben del trabajo del papá, a partir de las conversaciones familiares o de su actitud frente a él, fuera negativa, los efectos en su educación  serán nocivos.

También lo será si el hijo se percata de que lo que se dice no coincide con lo que se hace. Con incongruencia se pierde autoridad y sin autoridad difícilmente hay admiración y por ende respeto. La mentira el algo muy nefasto y será la escuela para la hipocresía, el engaño, etc. Los niños  aprenden esto fácilmente.

Para cualquier hijo no hay nada más fortalecedor que saberse amado, aceptado y protegido por el hombre que él más admira, su súper héroe: el papá. Ese sentido de protección le hace ir con certeza por la vida, dando pasos firmes y seguros.

En el caso particular de la relación papá-hija, si la mujercita ha sentido abandono por parte del padre, al momento de elegir pareja difícilmente lo sabrá hacer porque en ella estará esa necesidad inconsciente de llenar ese vacío que el papá dejó. Por lo tanto, en vez de buscar un compañero de vida con quien compartir su vida, en cada pareja que conozca querrá encontrar a ese papá que la proteja. Esto es muy peligroso y difícilmente logrará entablar relaciones amorosas estables.

Así que mamás, dejen a los papás que ejerzan su rol cabalmente, como esposos y padres. Es importante que la mamá deje espacio y no interfiera en esa relación, aunque ella sienta que “lo haría mejor que él”. ¡El puesto de un padre en la vida de un hijo o hija es insustituible!                                                                                                                                     

Para los papás católicos es importantísimo que den testimonio de su fe frente a sus hijos. El papá y la mamá  son los primeros formadores de la fe de ellos. Oración en familia, Misa los domingos, una cruz y una imagen de la Virgen en la casa, hablar de Dios y que el Señor no sea el gran ausente en el hogar, ayudará a los hijos a recordar siempre que su papá, y no solamente la mamá, era un hombre de fe y  que la vivía.






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