"Unidos en Cristo para Evangelizar"
01 de Octubre de 2015
La misión es inseparable del discipulado
 



Reflexión de 2 de octubre del 2015.

 

Queridos amigos, queridos feligreses, ¡un cordial saludo a todos ustedes!

 

Ya pasó el mes de septiembre en que nos sentimos como una gran familia al celebrar nuestras Fiestas Patrias. También celebramos el cumpleaños número 74 de nuestra querida Parroquia. Estamos en el mes de octubre, que es llamado el “Mes de las Misiones”.

 

Nuestro pensamiento y nuestra oración acompañe a tantos hombres y mujeres que dedican su vida al anuncio de la Buena Noticia en lugares donde todavía no se conoce a Cristo o están en los inicios de aceptar a Cristo como su Redentor y Salvador. Tenemos que intensificar nuestros ruegos al Señor por tantos aquellos que son perseguidos por causa de creer en Él. Nosotros la llevamos fácil aquí, porque no sufrimos el desprecio, la persecución, la muerte. 

 

Acordémonos que "la Iglesia, por su naturaleza, es misionera" (Ad Gentes 2) y que nuestra respuesta al amor de Dios, que nos ha elegido como suyos, es hacer que otros también lo conozcan, lo amen y lo sirvan. "El discípulo a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo... “La misión es inseparable del discipulado" (Aparecida, 278 e).

 

También, el mes de Octubre es llamado el “Mes del Rosario”. Este maravilloso rezo nos una al gran misterio de la salvación y cuando pasen las perlas avemarías por nuestras dedos, contemplemos a "María como la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros (...) Son incontables las comunidades y personas que han encontrado en ella la inspiración más cercana para aprender cómo ser discípulos misioneros de Jesús” (Aparecida, 269).

 

La misión también está aquí, en nuestra realidad.  Nuestra acción misionera, además de la oración, nos lleve de una forma u otra a acercar a alguien a Jesús: a un pariente cercano que se alejó de Dios, a un hijo que ya no va a misa ni se confiesa, a algún enfermo a quien nadie visita, a alguien que está solo u abandonado, a quien sufre porque su matrimonio está en dificultades, etc.

Inspirados por el Espíritu Santo, como buenos misioneros, llevemos a Cristo al mundo.

 

Un abrazo fraterno y mi bendición.

 

Vuestro párroco,

 

Roberto 


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