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El sábado 22 de junio, en un rito solemne en la Basílica de San Pedro fue ordenado obispo, Monseñor Alberto Ricardo Lorenzelli Rossi, sacerdote salesiano nacido en Isidro Casanova (Argentina) en 1953, recientemente designado Obispo Auxiliar de Santiago.
La ceremonia, que duró una hora y media fue presidida por el Santo Padre y concelebrada por monseñor Celestino Aós, Administrador Apostólico de Santiago. Siguiendo el ritual, la presentación del nuevo obispo estuvo a cargo del cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
La importancia de la ceremonia de la ordenación de un obispo se refleja no solamente en su solemne ritualidad: colores blanco y amarillo oro, misa cantada en latín, gran número de co celebrantes, sino también en la vestimenta del Papa, con los paramentos más importantes y significativos de su cargo como el palio, el anillo del pescador, la cruz pectoral y la mitra.
La ceremonia empezó con el rito denominado antífona, es decir el versículo que se canta (o reza) en las horas canónicas antes y después de un salmo, luego el acto penitencial, la Liturgia de la Palabra, el Evangelio e inmediatamente después la solemne Liturgia de la Ordenación en la que el cardenal Ouellet se dirigió al Papa con las siguientes palabras: “Beatísimo Padre, la santa Iglesia Católica pide que sea ordenado Obispo el presbítero Alberto Ricardo Lorenzelli Rossi” al que el Papa responde “con mucho agrado” y el grupo de co celebrantes expresa “demos gracias a Dios”.
Inmediatamente después, el Papa pronunció la homilía del ritual para la ordenación de los obispos, aunque también hizo algunas consideraciones personales al subrayar: “No tienes que olvidar tus raíces, ya que fuiste elegido por los hombres, el episcopado es el nombre de un servicio, no de un honor, ya que la tarea del obispo es sobre todo servir, más que dominar. El obispo es servidor, padre, pastor, hermano y jamás mercenario”.
Al concluir la homilía el Papa exhortó al padre Lorenzelli a que no olvidara “que el primer trabajo de un obispo es la oración, y así lo hizo San Pedro cuando creó a los diáconos. Un obispo que no reza es un mercenario. Debes estar cercano al pueblo de Dios, conoce el pueblo de Dios por el cual fuiste elegido. El prójimo más cercano al obispo son los sacerdotes y los diáconos: cuando te busquen, que te encuentren de inmediato, sin burocracia. ¡Cuida a todo el rebaño!
Después de la homilía el Papa fue explicitando el compromiso del nuevo obispo en una serie de interrogantes a las que el padre Lorenzelli respondió: “Si, lo quiero”. Luego de la Letanía de los Santos, llegó el momento más importante de la ceremonia: la imposición de las manos y la plegaria de ordenación.
En ese momento el todavía presbítero, padre Lorenzelli se arrodilló ante el Papa que primero le puso las manos sobre la cabeza, lo mismo que hicieron los otros obispos presentes. Luego, Francisco le puso el libro de los Evangelios también sobre la cabeza, e inmediatamente después pronunció el rezo de la ordenación. Terminadas las oraciones, el Santo Padre ungió con el sacro crisma la cabeza del nuevo obispo, le entregó el libro de los Evangelios, la mitra y el pastoral.
Una vez finalizada la ceremonia el nuevo obispo expresó: "saludo a todos los hemanos, hermanas, fieles, diáconos, seminaristas y sacerdotes de Chile, les agradezco sus oraciones, un saludo y una bendición para todos".
Por su parte, monseñor Celestino Aós, Administrador Apostólico de Santiago expresó: "Jesucristo nos regala un nuevo pastor para la Iglesia de Santiago, el padre Alberto Lorenzelli. Los invito a que recemos de modo especial por él, y a que nos alegremos y disfrutemos con esta celebración. Pongámoslo bajo la protección de la Virgen María; pongámonos también a nosotros mismos como comunidad bajo el amparo de la Madre".