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Luego de 30 años siendo parte de nuestra parroquia, nuestro hermano diácono inicia un nuevo encargo pastoral en la Iglesia de Santiago. ¡Que el Señor le acompañe!
La vinculación de Miguel Haggar con nuestra parroquia comenzó cuando una de sus hijas comenzó a prepararse para la primera comunión, ese hecho marcó el inicio de un camino de amistad y pertenencia a la comunidad Los Castaños, que ha perdurado ya por 30 años y del cual se siente profundamente agradecido “gracias por este tiempo que ha sido tan hermoso”.
La preparación de su hija a la primera comunión lo llevó a participar de las charlas de padres y asistir más seguido a misa, hasta que luego, el Padre Andrés Moro invitó a Miguel y a su esposa a ser catequistas. “Después de una semana aceptamos y partimos como catequistas de papás de niños que iban a hacer su primera comunión, lo que duró 14 años”.
Con el tiempo fue asumiendo otras labores siendo jefe de misa de mediodía y encargado de liturgia, oficio que aprendió de su querido maestro Sergio Derpich, formador de ministros extraordinarios de comunión.
Un día el Padre Roberto Espejo lo invitó al diaconado permanente. “Entré en un proceso de discernimiento de un año, donde mi hermano diácono José Olivares me acompañó. Entre a la Escuela del Diaconado en 2009 y me ordené el 27 de septiembre 2014”, cuenta Miguel.
Ser diácono ha sido para Miguel un cambio de vida, “tienes un compromiso fuerte con la Iglesia, eres un consagrado y al mismo tiempo tienes más responsabilidades. Eso significa tener más disposición para servir”.
Hoy, deja nuestra parroquia para asumir una nueva misión en la Iglesia de Santiago. El vicario de la zona Cordillera le solicitó servir en la parroquia Santa Rosa de Lo Barnechea. Con cariño, hoy nos comparte un mensaje a toda la comunidad de Los Castaños:
“Estoy muy agradecido de mis hermanos diáconos de la parroquia que me ayudaron en mi proceso, que me enseñaron mucho, del padre Roberto, por su cercanía y su apoyo siempre presente, soy agradecido de Dios, voy a extrañar a toda la comunidad y de forma especial a todos los ministros extraordinarios de la comunión. Sigan con el mismo entusiasmo, sigan participando, siempre pensando que el centro es el Señor”.
Sobre el nuevo encargo pastoral, Miguel dice “estamos al servicio de la Iglesia y que esta nueva misión que Dios nos está pidiendo la tenemos que aceptar con mucha fe, entusiasmo y esperanza. Todos tenemos que entregar un granito de arena para seguir construyendo esta iglesia que está tan dañada y nosotros tenemos que ponernos a disposición”.
Oremos por nuestro hermano Miguel y su familia, para que el Señor le acompañe y anime en esta importante labor que ya emprende.