La lectura espiritual es un medio eficaz para hacer la oración. Al explicar la meditación como forma de oración, el Catecismo de la Iglesia Católica destaca el valor de la lectura espiritual al señalar que, “la meditación es, sobre todo, una búsqueda. El espíritu trata de comprender el porqué y el cómo de la vida cristiana para adherirse y responder a lo que el Señor pide. Hace falta una atención difícil de encauzar. Habitualmente se hace con la ayuda de algún libro, que a los cristianos no les faltan: las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad, el gran libro de la creación y el de la historia, la página del “hoy” de Dios (CIC 2705). Luego, el mismo documento puntualiza que, “La meditación hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Esta movilización es necesaria para profundizar en las convicciones de fe, suscitar la conversión del corazón y fortalecer la voluntad de seguir a Cristo. La oración cristiana se aplica preferentemente a meditar “los misterios de Cristo”, como en la lectio divina o en el Rosario. Esta forma de reflexión orante es de gran valor, pero la oración cristiana debe ir más lejos: hacia el conocimiento del amor del Señor Jesús, a la unión con Él. (CIC 2708).

Es importante tener presente que la oración, y su relación con la lectura espiritual, está siempre amenazada varias dificultades, siendo la más común la distracción.

También puede verse afectada por otra tentación oculta, pero muy recurrente, que es nuestra falta de fe. Como lo indica el Catecismo, “esta se expresa menos en una incredulidad declarada que en unas preferencias de hecho. Cuando se empieza a orar, se presentan como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran más urgentes (…)(CIC 2632).

La amenaza más relevante, que impide incorporar esta norma de piedad en nuestra vida cotidiana, o no tomarla con la seriedad que ella reclama, es la enfermedad espiritual que los antiguos denominaban acedia, también conocida, como la tibieza. Esta tentación ha sido explicada por los Padres espirituales como “una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. “El espíritu [...] está pronto pero la carne es débil” (Mt 26, 41) (CIC 2733). En explicación de Catecismo, la acedía que es una forma de depresión o de pereza debida al relajamiento de la ascesis y que lleva al desaliento (CIC 2755). En el caso de la lectura espiritual, esto se manifiesta en sentir que su ejecución nos impone una pesada carga, que ello es una pérdida de tiempo. O si ya la hago, no poner los medios para que ella sea fructífera.

Nos debería ayudar a luchar contra ese obstáculo considerar el valor que muchos santos han dado a la lectura espiritual, logrando a través de ellas la conversión que Jesús espera de nuestro corazón.

Crodegango

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Lectura espiritual recomendada
Libro: El poder oculto de la amabilidad
Autor: LAWRENCE G. LOVASIK
Editorial: RIALP, 8ª ed. Págs. 288.

Aprender a ser amable no esconde secretos mágicos ni complicados. Solo exige prestar una mayor atención a las cosas que se hacen y a cómo se hacen. Este libro enseña a detectar los malos hábitos en el trato con los demás, a vencer la avaricia, la ira, el juicio negativo o la impaciencia. Todo ello exige un mínimo esfuerzo diario, practicando la caridad cristiana mediante pequeños detalles: aprender a hablar y a corregir con amabilidad, dar buen ejemplo, fomentar el buen humor, etc.