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Jesucristo nació, y leemos en el Evangelio: “Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
Se puede tener miedo a los ángeles, o a la noche, o al fuego, o a la violencia. Muchos chilenos viven el miedo. Tengo que repetirme a mí mismo y repetirles a ustedes: no tengan miedo, reanimen su esperanza: tenemos un Salvador, Jesucristo, el Señor. La Navidad nos recuerda que no es la oscuridad la que triunfa en la noche, ni mucho menos la violencia la que se impone sino la paz de un Dios que camina con nosotros.
Para los que creemos que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios hecho hombre, la celebración de la Navidad no sólo evoca un hecho del pasado, porque su centro es un misterio de nuestra fe que se hace presente hoy: el Hijo de Dios nace en la fragilidad de un niño.
Si un creyente pasa las fiestas de Navidad sin leer la Palabra de Dios y sin rezar, es una celebración sospechosa. Al felicitarle a usted y a sus familiares les invito: lean la Biblia, participen en la misa y comulgando hagan de su corazón un Belén donde se reciba a Jesús.
Si un creyente pasa la fiesta de Navidad sin hacer una obra buena en su familia y en la sociedad, es una celebración sospechosa, porque el Hijo de Dios nace hoy en la fragilidad “y lo que hicisteis a uno de estos necesitados me lo hicisteis a mí”. No vemos a Dios, no estuvimos en Belén, pero si amamos a nuestros hermanos vamos por el buen camino. Y estaremos contentos respondiendo a la pregunta ¿Qué estoy aportando a la civilización de la vida, de la verdad, de la justicia, de la ternura? En Belén, Jesús nos hace mensajeros y artesanos de la paz y de la esperanza, personas que llevan la seguridad y anuncian: no tengan miedo, tenemos un Salvador, Jesús, el hijo de la Virgen María. Tenemos la fuerza del amor.
Hermanas, hermanos: a todos mis saludos de Paz y Bien en esta Navidad, y mi saludo especial para los enfermos, para los ancianos, para los inmigrantes lejos de sus hogares, para quienes están en las cárceles, para los que viajan. Y mi saludo y buenos deseos para los hermanos de las iglesias y cultos. A todos les deseo: Paz y bien, y a todos los invito a trabajar por la paz y el bien de Chile.
Monseñor Celestino Aós
Administrador Apostólico de Santiago