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La vocación sacerdotal ha tenido una baja a nivel mundial. En el Anuario Estadístico de la Iglesia, elaborado por la Conferencia Episcopal (Ed. 2019), el número de candidatos al sacerdocio en Chile es el siguiente: 2012 (677), 2013 (625), 2014 (570), 2015 (607), 2016 (522), 2017 (566).
Este tema fue de especial ocupación por San Alberto Hurtado, que manifestó sus puntos de vista y que conviene considerar, por estar plenamente vigentes:
“El problema de la vocación sacerdotal es un problema cristiano en todo el sentido de la palabra, que interesa no sólo a unos cuantos escogidos, que podrían estudiar su vocación, sino que es un problema de todos los cristianos: Problema de los padres que quieran dar educación cristiana a sus hijos; problema de los jóvenes que necesitan un guía en sus años difíciles, para que los dirija en sus crisis de adolescencia; problema de los pobres que han menester de un padre que se interese por sus necesidades; problema de los que aspiran a formar un hogar, que necesitarán guías de sus conciencias, directores espirituales; problema de los que no tienen fe, problema que ellos no perciben, pero por eso es aún más pavoroso, que necesitan de alguien que desinteresadamente les tienda la mano; problema de los enfermos que buscarán en vano quien les aliente a entrar serenos en la eternidad, y quien consuele a sus parientes y amigos”.
“Toda la vida cristiana está llena del sacerdote, y todos debieran interesarse porque su número sea cada vez mayor y, sobre todo, porque aumenten en espíritu”.
“Santos, pero también muchos, porque la actividad apostólica de cada hombre tiene un límite, y una vez sobrepasado ese límite, sus fuerzas no dan para más… y quedarán los demás sin ningún auxilio en sus necesidades”.
Siguen todavía más vigentes las preguntas que el Padre Hurtado les formulaba en un retiro a un grupo de jóvenes: “Si Él te llamara, ¿qué le dirías? ¿En qué disposición estás? ¡¡Pide, ruega estar en la mejor!! (Un disparo a la Eternidad, “Vida en Abundancia”, p. 68).
Aunque nos da esperanza teologal saber que la Iglesia perseverará hasta el fin de los tiempos, tenemos que preguntarnos, con franqueza, qué obstáculos existen, y qué yo puedo contribuir a remover, para que muchos acudan al orden sacerdotal.
Examinemos cómo puedo ayudar a facilitar que mis hijos, nietos, sobrinos y amigos acudan al llamado que siempre está haciendo el Espíritu Santo para ser configurados con Cristo, mediante una gracia especial, a fin de servir de instrumento de Cristo en favor de su Iglesia (CIC 1581). La importancia del tema nos reclama una oración perseverante y con fe. Amén.