"Unidos en Cristo para Evangelizar"
27 de Agosto de 2020
San Juan Bautista y la lucha contra el pecado
 


EDITORIAL PARROQUIAL

Mañana sábado 29 de agosto se celebra el martirio de San Juan Bautista. Su papel en historia de la salvación ocupa un lugar relevante, como modelo de fidelidad y fortaleza.

Aluden a él los cuatro evangelios y también las fuentes profanas. Flavio Josefo, historiador judío, en su libro “Antigüedades Judías” relata latamente el martirio del Bautista a manos de Herodes en la fortaleza de Maqueronte (Perea). Los evangelistas describen su ministerio público y su conducta austera en el vestir y en el comer, junto a su función de precursor, al descubrir a Jesús de Nazaret como verdadero Mesías. Según Flavio Josefo señala que en su predicación “exhortaba a los judíos a practicar la virtud, la justicia unos con otros y la piedad con Dios, y después a recibir el bautismo”. Su mensaje invitaba a la penitencia, junto con anunciar la venida del Reino de Dios y de su Mesías.

Su figura nos recuerda que el pecado existe y que produce muchas y nefastas consecuencias. San Juan Bautista no se calló e hizo ver al gobernante de la época que su adulterio era una ofensa a Dios. Sus palabras “no te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Mt. 6, 18), constituyen un reproche y al mismo tiempo una invitación a la conversión.

Para la moral cristiana el adulterio “designa la infidelidad conyugal. Cuando un hombre y una mujer, de los cuales al menos uno está casado, establecen una relación sexual, aunque ocasional, cometen un adulterio. Cristo condena incluso el deseo del adulterio (cf Mt 5, 27-28). El sexto mandamiento y el Nuevo Testamento prohíben absolutamente el adulterio (cf Mt 5, 32; 19, 6; Mc 10, 11; 1 Co 6, 9-10)” (CIC 2380). “El adulterio es una injusticia. El que lo comete falta a sus compromisos. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Compromete el bien de la generación humana y de los hijos, que necesitan la unión estable de los padres” (CIC 2381).

Este compromiso del Bautista con la Ley de Dios es un ejemplo de apostolado hoy. Tenemos que transmitir que los Diez Mandamientos siguen siendo deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia su prójimo. Son inmutables y su obligación vale siempre y en todas partes. San Juan Bautista fue fiel a la ley revelada por Dios, al recordar a Herodes uno de los Diez Mandamientos.

Pidamos al Espíritu Santo que nuestra conciencia moral no se cauterice o adormezca frente al pecado; que nos dé la fortaleza para transmitir que la auténtica libertad está siempre garantizada si cumplimos los mandamientos de Dios. Amén.

Crodegango






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