Tweet |
|
La semana pasada hablábamos de cómo San José nos enseña a acoger las cosas que suceden en la vida, y que no necesariamente planeamos y elegimos. Esta semana hemos de añadir otro aspecto, siguiendo el documento papal: “la valentía creativa. Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener”.
Esto lo saben tan bien los padres y las madres: ¡cuándo hay que sacar adelante a un hijo, o a la familia, no hay límites para la creatividad y el esfuerzo! Y lo mismo pasó con José, que debía sacar adelante a sus seres queridos, como cualquier padre y esposo hoy, o como tantas madres que proveen para sus familias.
Esta creatividad y valentía de San José iluminan también la acción misteriosa de Dios. Hoy nos podríamos preguntar ¿por qué no interviene Dios directamente para terminar la pandemia?
En los “Evangelios de la Infancia” vemos que Dios no actúa directamente ni siquiera para salvar a su Hijo. Francisco continúa: “Pero Dios actúa a través de eventos y personas. José era el hombre por medio del cual Dios se ocupó de los comienzos de la historia de la redención. Él era el verdadero “milagro” con el que Dios salvó al Niño y a su madre. El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo. Ante el peligro inminente de Herodes, que quería matar al Niño, José fue alertado una vez más en un sueño para protegerlo, y en medio de la noche organizó la huida a Egipto”.
¿Qué hizo Dios? ¿Qué hace Dios ante el mal y el sufrimiento en el mundo? Nos hizo a nosotros. Nos dio inteligencia y generosidad, como la hemos visto a montones en esta pandemia, como la hemos vivido nosotros mismos para ayudar a los más frágiles. Nosotros somos el milagro por el cuál Dios quiere actuar en el mundo.
“De una lectura superficial de estos relatos se tiene siempre la impresión de que el mundo esté a merced de los fuertes y de los poderosos, pero la “buena noticia” del Evangelio consiste en mostrar cómo, a pesar de la arrogancia y la violencia de los gobernantes terrenales, Dios siempre encuentra un camino para cumplir su plan de salvación. Incluso nuestra vida parece a veces que está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia”. Así lo hicieron los amigos del paralítico, con fe creativa: si se cierra una puerta, hay que tocar otra; si se cierra la segunda, entremos por la ventana.
“Si a veces pareciera que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”.
Y tú, ¿cómo estás llamado a imitar la valentía creativa del carpintero de Nazaret?