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Una gran parte de las mujeres y hombres de hoy nos pasamos una gran parte de nuestra vida en el trabajo. San José nos invita a examinar nuestra relación con esta tan importante realidad.
San José era un trabajador manual, lo que hoy puede llamarse un obrero calificado. “Era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”, nos dice el papa. “La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo”.
Hoy, debido a la crisis social y sanitaria, tenemos en nuestro país y en todo el mundo altos niveles de desocupación. Esto es una tragedia muy grande, ya que, como Francisco nos recuerda, el trabajo da dignidad, ayuda a descubrirse a uno mismo, y es un espacio concreto para vivir la entrega. “El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión”. ¿Significa esto el trabajo para mi?
El bienestar de la familia, el núcleo de la sociedad, está íntimamente relacionado con el trabajo: “Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?” ¡Cuántas familias se rompen por temas laborales! Debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para dar a todos un trabajo digno, y así estaremos trabajando por la familia y por la vida.
“Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” ¡Hagamos nuestra estas palabras del papa!
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