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Nuestra fe, nuestro cariño al Señor, no puede depender de la época del año, ni del frío y el calor, ni de si me van bien o mal las cosas…
Para que no te pase esto, te dejamos 9 ideas para que el verano sea un punto y seguido en tu relación con Dios. Es más, para que en lugar de enfriarte, tu vida de piedad, tu amor a Dios, crezca más y más estos meses. ¿Cómo? Sigue estos 9 tips para vivir un verano que merezca la pena:
El perezoso no necesita demonio que lo tiente, o como dijo Goethe: «Una vida ociosa es una muerte anticipada«. Y esto es aplicable a la vida interior, a nuestro trato con Dios. En palabras de San Agustín: «La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan«. Y es que «el no hacer nada» nos anestesia, nos atonta y nos adormece por dentro y por fuera.
El descanso es muy importante. Somos cuerpo y alma, somos una unidad. Y para poder trabajar, servir a los demás, sonreír, rezar… necesitamos tener energía. Jesús también descansaba con los apóstoles y se los llevaba a un lugar apartado a reponer fuerzas. Descansamos para poder servir más y mejor a los demás. Por eso el descanso, así planteado, no es en absoluto algo egoísta, sino todo lo contrario.
Hay un refrán que dice: «El tiempo es oro»; pero para los cristianos es mucho más, ¡el tiempo es gloria! Es el medio que Dios nos da para amarle y dejarnos amar por Él.
Por eso, hacernos un horario en verano, nos ayudará a no dejarnos llevar por el deseo y el capricho del momento. Tan importante es tener una hora para levantarnos, como de acostarnos.
Ya que tenemos más tiempo, porque en verano se reduce la carga de trabajo, podemos aprovechar para echar una mano en casa, dedicar un tiempo a hacer orden un poco más a fondo, algún arreglo pendiente, verse con los amigos. También leer, ver una película, oír música, pintar, hacer deporte, ir a dar un paseo, ver una exposición… y cómo no, aprovechar para dedicar más tiempo a nuestra familia y a Dios.
te animamos a que te concretes un tiempo cada día para hablar con Jesús, para rezar. A veces nos puede parecer que nuestra oración es una farsa, se nos van los sentimientos y pensamos que estamos perdiendo el tiempo, que no sirve de nada… Pero solo dejarnos tocar por su mirada, nos va cambiando el corazón.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, ¡cuídalos! A veces por la incompatibilidad de horarios, el trabajo y demás, no podemos estar todo lo que nos gustaría con nuestros amigos. Pero el verano es un momento fantástico para ello, para hacer planes juntos, descansar con ellos y compartir aficiones. Y por qué no, también para rezar juntos.
Santos de copas son los que no llevan cara de sufrimiento, sino que se muestran escandalosamente alegres. Los que no buscan a Dios en las sacristías y acciones evangelizadoras, sino en su puesto de trabajo y en las fiestas, con una copa en la mano. Dios —el Padre, Cristo y el Espíritu— es alguien que ocupa el centro de sus vidas». Así los describe en el libro ‘Santos de copas´ José Pedro Manglano.
¿Quién dijo que ser cristiano es aburrido; que es para gente amargada, que no sabe disfrutar ni pasárselo bien? Jesús era divertido, tenía amigos con los que compartía ratos entrañables, iba a bodas y se alegraba con las alegrías de los demás.
El verdadero amor hace de la vida de la otra persona algo sagrado. Yo te respeto. Yo no quiero usarte. Por eso la castidad, la pureza, son dos virtudes que tenemos que pedir todos los días. No solo te dejes llevar por los deseos momentáneos.
El mundo está necesitado de personas con convicciones personales profundas. ¿Quieres vencer el pecado, saber santificar el sufrimiento, vivir cristianamente? Lee la vida de los santos. Te sentirás movido por estos héroes y, consciente o inconscientemente, tratarás de imitar sus virtudes de fortaleza, trabajo, obediencia y respeto de sí y de los demás.
El cuidado del regalo de la creación es una tarea que compartimos todos. Para los cristianos, «nada de este mundo nos resulta indiferente», y nos sentimos «llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud». El mundo es nuestro hogar, y tenemos que cuidarlo para dejarlo mejor que lo encontramos a las futuras generaciones.
Se puede cuidar del mundo y de los seres creados de muchas formas: reciclando y gastando solo el agua necesaria, por ejemplo.
Donde está María, está Jesús. Deja tus propósitos en manos de la Virgen. Acude a Ella cuando necesites recomenzar; te desanimes porque no te salen las cosas; no sepas ni qué decirle a su Hijo; tengas miedo; cuando estés contento para darle gracias y cuando te sientas triste, para que desate los nudos de tu vida. Es el Remedio de los remedios. Una Madre nunca desoye a un hijo, nunca mira para otro lado o se hace la indiferente. No hay nadie más empeñado en que seas feliz que Ella. Lo hace todo más fácil. Pégate a su lado este verano, y verás cómo lo convierte en el mejor verano de tu vida.
Fuente: arguments.es