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Con motivo del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores y fiesta de San José Obrero, queremos invitarte a conocer sobre la santificación del trabajo, desde la reflexión de San José María Escrivá de Balaguer.
1.- Santificar el trabajo es unirse a Dios.
La primera vocación de la persona es trabajar, porque a través de él se autodesarrolla, alcanza el éxito y obtiene retribuciones.
Mucho más aún, trabajar es tener dignidad porque se alcanza la plenitud a la que nos invita Dios. Es trabajar con Él y por Él. De este modo, el sentido de esa labor cambia totalmente.
2.-Santificar el trabajo es ser semejantes a Dios
Santificar el trabajo es poner todo de nuestra parte para que esté bien hecho, realizando un constante esfuerzo por mejorar. De esa manera, el trabajo que nace del amor, que es la perfección, se manifiesta como amor a Dios.
Es forjar virtudes, las mismas que, a ejemplo de Jesús, nos hacen semejantes a Dios.
3.- Santificar el trabajo es mejorar la sociedad
Esto tiene que ver con la dimensión social y apostólica del mismo.
Ya que el trabajo siempre tiene una repercusión en los demás y debemos procurar que sea positiva, porque necesariamente, incidirá en mejorar la sociedad.
Recibir un buen servicio, ser atendidos con amabilidad, nos hace sentirnos personas queridas y respetadas y nos lleva a querer hacer lo mismo con los demás. Se vuelve un círculo virtuoso donde uno quiere dar lo que ha recibido.
Te invitamos a celebrar y agradecer a Dios por la posibilidad del trabajo. Por todo lo que esta labor, con sus dificultades y satisfacciones, implica en nuestras vidas y para los que nos rodean.
Fuente: OpusDei.org