Con motivo de su celebración, te invitamos a conocer más sobre San Joaquín y Santa Ana, padres de la bienventurada Virgen María y abuelos de Jesús.

La fiesta de ambos es el 26 de julio y tiene data desde la reforma litúrgica que siguió al Concilio Vaticano II en 1969.

Antes de eso, solo Santa Ana fue introducida en el Breviario Romano por el Papa Sixto IV en 1481 y, en 1584, al Misal Romano por Gregorio XIII.

Fue Julio II quien introdujo en 1510, la memoria de San Joaquín en el calendario litúrgico el 20 de marzo. Esta fecha fue trasladada varias veces a lo largo de los siguientes siglos hasta reunirlos a ambos en el calendario litúrgico, el día 26 de julio.

Humillados por no tener descendencia

Joaquín y Ana vivían en Jerusalén. Llevaban veinte años de casados pero no podían tener hijos. Para los judíos, esto era señal de la falta de favor y bendición de Dios. Por ello, no se le permitió a Joaquín presentar su ofrenda en el templo como solía hacerlo.

Joaquín, humillado, se retira al desierto para implorar a Dios, que le dé una descendencia. Por su parte, Ana también oró para pedir a Dios la gracia de la maternidad.

Fue así como las súplicas de ambos fueron escuchadas y un ángel se les apareció a cada uno por separado para anunciarles que pronto serían padres.

Así, cuando María cumplió 3 años, sus padres la presentan en el templo para su consagración y agradecimiento a Dios.

Lo poco que se sabe de San Joaquín y Santa Ana deriva de textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago, el Evangelio del pseudo-Mateo y de la tradición oral.

Se cree que Ana vivió hasta los 80 años de edad. Sus reliquias permanecieron en Tierra Santa y luego fueron trasladadas a Francia donde fueron descubiertas e identificadas. En cambio, de Joaquín no se sabe más.

Con esta breve historia de amor y confianza en Dios, queremos recordarte que este sábado 27 habrá una bendición especial a los abuelos y nietos en la Misa de 12:30 hrs.

No faltes, ¡Trae a tus abuelos!

Fuente: Vatican News