Con la imposición de la ceniza en la frente y el llamado a la conversión, el pasado 5 de marzo, en Miércoles de Ceniza, dimos inicio al tiempo de Cuaresma, un período de preparación en el que el Señor regala una gracia especial para caminar hacia la santidad.

Durante su homilía, nuestro párroco, padre Roberto Espejo, destacó que la santidad no es algo que se pueda comprar, como si estuviera disponible en una farmacia.

“Más bien, es un camino que exige esfuerzo, renuncia y purificación del corazón”. "En este tiempo de Cuaresma, debo sacar de mi vida todo aquello que me impide ser santo: el pecado, la falta de amor, la omisión, la pereza, tantas cosas que me alejan de Dios", exhortó.

A su vez, el padre Roberto recordó que no es un tiempo para lamentarse, más bien de felicitarnos "por tener un tiempo maravilloso”, acoger con prontitud el llamado del Señor e iniciar este camino de conversión.

Por ello, nuestro párroco nos invitó a recorrer este itinerario con alegría, haciendo del ayuno, la penitencia, el sacrificio, la donación y la limosna signos concretos de amor a Dios y al prójimo.

"Que el Señor nos conceda la alegría en el caminar, en compartir y en ayudar a los demás", concluyó el padre Roberto.

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