Cuatro son las  líneas de acción que la iglesia de Santiago propone para el trabajo pastoral este año: salir al encuentro de la familia; promover la cultura vocacional para los agentes pastorales; fortalecer nuestra actitud misionera; y continuar profundizando en la misericordia de Dios, todo esto teniendo como horizonte central la renovación del núcleo de la sociedad en la vida de la Iglesia y del país.

Lo que se busca es que los católicos nos convirtamos en testigos del amor que Dios tiene por la familia, que encendamos los corazones de los jóvenes para que vuelvan a creer en ella y que seamos capaces de ver y acoger la realidad de la familia de hoy.  Este es el acento que el Arzobispado de Santiago pide que se imprima en las comunidades este año y nuestra Parroquia no se quedará atrás.

Nuestro párroco, el Padre Roberto Espejo destacó el amor de Dios como principio y meta final de todo. “Si este año vamos a tener como objetivo principal la familia, ésta debe ser transversal a todo nuestro trabajo pastoral, teniendo siempre en cuenta que si no entendemos de corazón el amor de Dios, estamos completamente perdidos. Si realmente vivimos su caridad en este año de la familia, es Él quien va a sobresalir en todo lo que hagamos”.

Cristián Valenzuela, Encargado de la Pastoral Familiar, planteó que  “Si la familia muere, el núcleo de la sociedad muere con ella. Sólo un 8% de los jóvenes se está casando por la Iglesia. Y si vemos la realidad local, sólo 20 parejas se acercaron a nosotros para prepararse para el matrimonio el año 2016 y en el 2015, fueron 50. Hay una tendencia a la baja y preocupa. Tenemos la tremenda tarea de re encantar a la gente con el sentido de la familia”.

Sobre el tema, el encargado de la Pastoral Familiar señaló la necesidad de  trabajar  con los jóvenes. “Hay una carencia enorme de compromiso. El mundo les está ofreciendo muchas cosas, pero nada profundo y que vaya al alma, al espíritu de las personas. Los jóvenes siempre están buscando,  tenemos que meternos en sus búsquedas, en su lenguaje, en sus motivos y desde ahí hacer cambios”.

 Ana Alicia Fernández, de las pastorales prematrimonial y social expresó la importancia de que se vuelva a poner “a la familia en el sitial que le corresponde, sobre todo atrayendo a los más jóvenes.  Urge que los logremos reconquistar. Que estén siempre acompañados por la Iglesia y no los dejemos solos. Todos debemos colaborar para cambiar esta realidad”.

Ignacio Gunther y Constanza Uribe son uno de los matrimonios jóvenes que participan en la Parroquia. Viven diariamente insertos en una sociedad que no entiende por qué están casados, que no valoriza a la familia como tal y que están alejados de la Iglesia, pero sienten que es ella la principal responsable en ese distanciamiento.

“Somos extremadamente discriminadores. No acogemos a lo diferente, a las realidades actuales. Por ejemplo yo me pregunto, si somos comunidad, si somos Iglesia y si somos una familia ¿cómo acogemos a las parejas homosexuales? o ¿cómo acogemos a una familia con hijos homosexuales?”, se cuestiona Ignacio.

Constanza agrega que las burocracias que muchas veces tiene la Iglesia para casarse son un obstáculo más que una ayuda. “Ponen demasiadas reglas para contraer el sacramento. Trabas que alejan sobre todo a las personas que no son muy constantes en su fe”.  Al mismo tiempo está esperanzada en que la Iglesia puede conquistar los corazones de los jóvenes. “Tenemos que poner todos de nuestra parte; la Iglesia debe tener sacerdotes que sean líderes, que nos presenten una Iglesia distinta y más abierta, capaz de romper algunos esquemas, tal como nos lo ha mostrado nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, que habla de la sencillez de corazón y que realmente lo demuestra en su acción “.

Sin duda, el desafío es volver a poner el fuego del amor por la familia en el corazón de tantos desanimados.  Esa es nuestra meta del 2017 y estamos seguros que de la mano de Dios, podremos lograr esto y más.