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Cuando Juan Pablo II hablaba , siempre quedaba algo retumbando en nuestro interior.
Las palabras que aparecen a continuación , fueron pronunciadas en la Jornada Mundial de la Juventud, en marzo del 2003… pero podrían haber sido dichas ayer:
"En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mt 5,9)”. (ACIprensa)
Con estas palabras nos invita a dar testimonio de nuestra fe, esforzándonos como personas y como familias por buscar y promover la paz. La paz comienza en el corazón de cada persona, en el hogar y como dice San Juan Pablo II, Él y solo Él puede darnos la verdadera paz. Me atrevo a decir que la única forma de alcanzar este don, es rezando a diario. Si pensamos que no somos dignos de recibir a Cristo, si hemos herido a alguien amado, si hemos tenido una vida marcada por el egoísmo o llena de banalidades. El Señor nos invita a confiar en su infinita Misericordia, ya sea rezando la “Coronilla de la Divina Misericordia” o el Santo Rosario.
Rezar a diario el Santo Rosario es trabajar por la paz. Por la paz de nuestro corazón, por la paz de nuestra familia, por la paz del mundo. Rezar la “Coronilla de la Misericordia” es ser instrumento de la Misericordia de Dios, que mucha falta hace por doquier, en nuestros días.