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“Nuestra vida de cristianos es caminar con Jesús de Galilea a Jerusalén. Es el único camino que nos permite encontrar al Dios de Jesús.” La página web http://lavozdelespiritusanto.cl/, diseñada por Gustavo Olivares y editada por Luis Alberto López, agente pastoral de la Parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes - Los Castaños, se abre con ese pensamiento y con un mapa de la Tierra Santa de los tiempos evangélicos, que muestra claramente a Galilea como una región periférica, situada en el contexto de lo que, a su vez, era una región periférica del “OrbisRomanus” y que destacaba sólo de manera ocasional y, más que nada, por causar problemas. Desde el punto de vista de Luis Alberto, Galilea es un escenario clave del Evangelio y se puede pensar en ella como en una imagen de nuestra vida cristiana.
Luis Alberto López es formador y agente pastoral desde hace más de diez años. En este tiempo, entre otras cosas, ha podido estudiar mucho y reunir mucho material sobre el Espíritu Santo. También ha aprendido que lo mejor es saberse cercano a Dios por amor y no sólo por cumplimiento. “Yo fui criado y formado en el Dios castigador —dice Luis Alberto—, pero estoy aquí donde estoy y en lo que estoy, porque Jesús me rescató de la muerte.” La misión principal de la página es transmitir la idea de que lo esencial en Dios es su amor y que, sin la acción del Espíritu Santo, estamos ciegos ante ese amor.
Luis Alberto nos recuerda que estamos poco acostumbrados a salir fuera de los muros de la parroquia, a encontrarnos con la gente que está lejos de Dios. El Papa Francisco ha insistido mucho en el llamado a moverse hacia las periferias y, siguiendo ese llamado, la página insiste mucho en seguir el camino recorrido por Jesús. “El mensaje final que da el ángel a los seguidores de Jesús —reflexiona Luis Alberto— es ‘vayan a Galilea, allí lo verán’. Antes, había sido en Galilea donde se inicia la predicación del Dios Padre (Abbá) y desde ahí sube hacia Jerusalén, hacia la Cruz y hacia la Resurrección.”
En este sentido, ir a Galilea es ir a la periferia, al límite de la fe. En tiempos de Jesús, más allá de Galilea estaba Samaría, una tierra indiscutiblemente bíblica, pero alejada religiosamente del centro tribal y ritual judío de Jerusalén. Es desde esa periferia, desde esas lejanías, que el cristiano debe caminar hacia Cristo. “Los de Emaús —prosigue Luis Alberto— hicieron el mismo camino, pero en un trecho más corto. Nosotros también caminamos todos los días, sin saber que tenemos a Jesús al lado de nosotros.”
Son muchas las páginas de inspiración católica en la red y cuesta pensar en un aporte realmente novedoso que agregar. Sin embargo, reconociendo lo buenas que son muchas de esas páginas, Luis Alberto pensó que podía existir espacio para una plataforma que fuera menos catequética y más “kerygmática”, más centrada en experimentar la muerte y resurrección de Jesús y creer en ellas. La participación de Luis Alberto en la Renovación Carismática ha influido en esta manera de enfocar las cosas, donde la idea es aterrizar la teoría a la vida concreta de cada cristiano. “No es que Jesús haya resucitado por ‘todos’ o por ‘muchos’ —enfatiza Luis Alberto—, sino que lo hizo ‘por ti’ o ‘por mí’, con nombre y apellido.”
En esta vivencia personal de Jesús y en la transmisión de esa vivencia a otros, el testimonio tiene un sitio protagónico. El encuentro de Luis Alberto López con la Iglesia tiene sus causas remotas en la muerte violenta de uno de sus hijos, hace 18 años. Tras 12 años de la partida de su hijo, Rodrigo, nace su nieta, Antonia, y un sacerdote lo invita a conocer una comunidad católica de laicos, donde se buscaba el encuentro personal con Jesús. Luego de muchos años alejado de la Iglesia, se ha mantenido cerca de Cristo. “Descubrí al Dios que es puro amor —dice Luis Alberto—, que todo lo perdona y que se refleja en la Parábola del Hijo Pródigo, con la cual me identifico.”
En una parroquia como la nuestra, las periferias son menos evidentes que en zonas más pobres, pero existen igualmente. A menudo, esa periferia está en muchos que se limitan a vivir un cumplimiento meramente ritual, pero no colocan por obra lo que reciben en los sacramentos, incluso entre los agentes pastorales y gente más o menos comprometida. “Eso es falta de conversión —afirma Luis Alberto— y eso es consecuencia de falta de formación. Tenemos una periferia escondida, que no se ha podido resolver, porque se resuelve con formación y con testimonio.”
El nombre de la página fue escogido para subrayar que Luis Alberto y todos los colaboradores que pueda haber en el futuro, son sólo vehículos para transmitir las mociones de la Tercera Persona. Y además por la necesidad de dar a conocer al Espíritu Santo que, a menudo, es el menos conocido de la Trinidad. En muchos casos, Luis Alberto echa de menos que las homilías y otros medios de formación no se aprovechen como oportunidades para presentar al Espíritu Santo, ese “Gran Desconocido”, como muchos le han llamado. Pero no se trata sólo de indagar qué es, sino qué puede hacer en nuestra vida. Es importante conocer al Espíritu Santo, porque eso es conocer a Dios y la falta de conocimiento de Dios ha alejado a gente de la Iglesia y de los sacramentos. “Por eso estamos tan débiles. En las misas de todas las parroquias —medita Luis Alberto— ha disminuido la cantidad de gente. No somos capaces de llegar a la gente de hoy, al mundo de hoy.”
La necesidad de motivar a los “dormidos” ha llevado a Luis Alberto a incluir en la página unbello texto del Papa Emérito, Benedicto XVI, “Cómo Hablar de Dios en Nuestro Tiempo”. Terminemos esta entrevista, citando la conclusión del Papa Benedicto, con la que estará seguramente de acuerdo Luis Alberto:
“Hablar de Dios es comunicar, con fuerza y sencillez, con la palabra y la vida, lo que es esencial: el Dios de Jesucristo, ese Dios que nos ha mostrado un amor tan grande como para encarnarse, morir y resucitar por nosotros; ese Dios que pide seguirle y dejarse transformar por su inmenso amor para renovar nuestra vida y nuestras relaciones; ese Dios que nos ha dado la Iglesia para caminar juntos y, a través de la Palabra y los Sacramentos, renovar toda la Ciudad de los hombres a fin de que pueda transformarse en Ciudad de Dios.”