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La decición más importante
El evangelio de hoy presenta dos breves parábolas del Sermón de las Parábolas con un mismo mensaje. En ambos relatos, el protagonista descubre un tesoro enormemente valioso o una perla de valor incalculable. Y en los dos reacciona del mismo modo: vende con alegría y decisión lo que tiene y se hace dueño del tesoro o de la perla. Según Jesús, así reaccionan los que descubren el Reino de Dios.
Una vez que la persona ha descubierto el valor absoluto que tiene el Reino, es necesario tomar una posición, y frente a este descubrimiento ningún precio es demasiado alto, pues el Reino se convierte en el único valor absoluto para quien lo descubre.
El proyecto del «Reino de los cielos», según la expresión de Mateo, se convierte para muchas personas en una alegre pero exigente sorpresa, que en el caminar normal de la vida se produce por medio de un encuentro fortuito que impregnó de una gran riqueza su existencia. Ese Reino trajo una exigencia, que genera al mismo tiempo inseguridad, pues se descubre que es necesario venderlo todo, despojarse de los «bienes» que atan, e ir al encuentro de la absoluta posesión del Reino, como su mayor riqueza. Quien ha descubierto desde su práctica concreta en la vida, los valores del Reino... encontró su mejor tesoro, la mejor perla que podía estar buscando.
Reflexionemos un poquito más sobre la primera de las dos parábolas, la del tesoro escondido en el campo. Jesús cuenta una historia bien sencilla y bien breve que podría acontecer en la vida de cualquiera de nosotros. Dice: “«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo”... Jesús no explica, sino que sencillamente dice: “El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo”. Así anima a los oyentes a que compartan con los demás lo que esta historia suscitó en sus corazones.
Te invito a meditar sobre algunos puntos que he descubierto:
El Reino ¡está presente! Y si está presente, tú y yo tenemos que sacar las consecuencias y no permitir que este momento de gracia pase sin fruto.
Al parecer, (es una suposición mía), Jesús teme que lo sigamos por intereses diversos, sin descubrir lo más atractivo e importante: ese proyecto apasionante del Padre que consiste en conducir a la humanidad hacia un mundo más justo, fraterno y dichoso, encaminándola así hacia su salvación definitiva en Dios.
Resumiendo la enseñanza de la parábola: a través del descubrimiento de la gratuidad de la acción de Dios en nosotros, y a través del esfuerzo y de la búsqueda que todo ser humano hace para ir descubriendo cada vez mejor el sentido de su vida, poseamos ese tesoro, trabajémoslo y demos fruto no sólo para nosotros sino para todo el mundo. Como buenos discípulos misioneros de Jesús pongamos el tesoro en conocimiento de otros para que también lo posean. Y poseyéndolo adquieran la maravillosa riqueza del “Dios con nosotros”, Jesús.
Para la reflexión personal
Tesoro escondido: ¿lo has encontrado alguna vez? ¿Has vendido todo para comprarlo? ¿Lo has compartido o lo guardas sólo para ti?
Que tengas un hermoso día domingo en familia y con mucha alegría;
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.