"Unidos en Cristo para Evangelizar"
11 de Mayo de 2018
Te compartimos la carta: Yo soy la iglesia
 


En el texto se hace un llamado a los católicos a expresar su voluntad y compromiso para renovar su vocación evangelizadora

Yo soy la Iglesia

A los católicos de la Iglesia que peregrina en Chile

Como laicos católicos, comprometidos con la misión evangelizadora de nuestra Iglesia, queremos manifestar nuestra inquietud al verla sumida en una profunda crisis, y también ayudar a tomar conciencia de nuestra responsabilidad en la búsqueda de caminos de esperanza y renovación.

Una de las causas principales de esta crisis son las reiteradas situaciones de abusos de diversa índole, ante las cuales es necesario que se asuman responsabilidades personales, junto con sus correspondientes sanciones civiles y eclesiales. El pueblo de Dios se resiente en todo su ser con el daño que se produce en cualquiera de sus miembros. “Sabemos que sin la fe y sin la oración, la fraternidad es imposible”, nos ha dicho el Papa Francisco en su carta a los obispos de Chile. El pueblo de Dios se sana solo con un corazón abierto a Jesucristo que, hundiendo sus raíces en el resucitado, se renueva constantemente.

Nos mueve el deseo ardiente de justicia, perdón y reparación del daño causado a las víctimas. Al mismo tiempo nos urge la necesidad de construir confianzas basadas en la honestidad y la verdad, y de restablecer la unidad de todo el cuerpo eclesial: obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados/as y laicos/as. Por eso, con esperanza viva, queremos volver la mirada al Señor de la vida para implorar la fuerza que viene de Él y comprometernos activamente con la misión de la Iglesia, desplegando nuestros talentos y creatividad al servicio del anuncio gozoso del Evangelio.

El Papa Francisco nos ha dado un ejemplo vivo de perdón, cercanía y misericordia en sus encuentros de los últimos días. El también nos llama a ponernos en estado de oración por la Iglesia en Chile. En este contexto nos parece importante recordar que la Iglesia somos todos los bautizados. Todos estamos siendo afectados de una u otra forma por estos dolorosos sucesos y a todos nos llama el Señor a levantarnos para ser protagonistas en la renovación de nuestra Iglesia, siendo corresponsables con su misión.

En el libro del Apocalipsis, las iglesias de Asia son llamadas a revivir su primer amor, el amor a Jesucristo muerto y resucitado. Una voz resuena potente en medio de la asamblea llamándola a convertir su corazón “recuerda cómo escuchaste y recibiste la Palabra, consérvala y cambia de conducta” (Ap 3, 3). Creemos que este es el llamado que está haciendo hoy el Señor a nuestra Iglesia en Chile.

En su carta, el Santo Padre nos dice: “Permaneced en mí (Jn 15, 4): estas palabras del Señor resuenan una y otra vez en estos días. Hablan de relaciones personales, de comunión, de fraternidad que atrae y convoca. Unidos a Cristo como los sarmientos a la vid, los invito a injertar en vuestra oración de los próximos días una magnanimidad que nos prepare para el mencionado encuentro y que luego permita traducir en hechos concretos lo que habremos reflexionado”.

Nos hacemos cargo de ese imperativo porque entendemos que es una llamada a toda la Iglesia. Nos comprometemos a acompañar a nuestros obispos en este tiempo de preparación al encuentro con el sucesor de Pedro para que, como dice el Santo Padre, “sea el Espíritu quien nos guíe con su don y no nuestros intereses o, peor aún, nuestro orgullo herido”.

Invitamos a todas las personas comprometidas con la misión evangelizadora de la Iglesia, a quienes se sienten cercanos a ella -aun cuando no participen directamente en actividades eclesiales- a recibir la invitación del Papa Francisco y a entrar en un tiempo de oración y reflexión. Imploremos el Espíritu Santo con la convicción de que Él viene en auxilio de nuestra debilidad (Rm 8, 26). Unidos en la fe como pueblo de Dios, unámonos en una gran invocación y clamemos ¡ven, Señor Jesús! (Ap 22, 20).

Invitamos a cada lector y lectora de esta carta a expresar su voluntad y compromiso para renovar nuestra vocación evangelizadora firmándola y difundiéndola entre sus familiares, amigos y comunidades.

Firma la carta aquí

   






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