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Queridos amigos,
Ya estamos celebrando Navidad.
Aquí les entrego una breve reflexión para que nos ayude a sentirnos verdaderamente celebrando este maravilloso misterio del amor de Dios.
Cuando María y José llegaron a Belén, no había lugar para ellos. Hoy nosotros tenemos que encontrarles un lugar. Abramos nuestro corazón y cobijemos a la Sagrada Familia.
Eran días de invierno y frío. Hoy podemos nosotros abrigarlos con nuestro calor interior y con nuestro entusiasmo.
En el establo no había fuego, pero había calor.
No había luz, pero estaba claro.
No había ni sillas, ni mesas, ni muebles, pero todo era acogedor.
Hoy también nosotros podemos ser útiles al Señor que nace, para que hermanos nuestros puedan sentirse acogidos, comprendidos, consolados.
En esa situación tan precaria y pobre, nuestra Mamá María dio a luz.
Dio a luz a un niño.
En nuestra riqueza espiritual quiere Jesús nacer y lo vamos a cubrir con nuestra oración, con nuestro compartir, con nuestra solidaridad.
Nacerá en nuestra alegría, en nuestra bondad, en nuestro darnos a los demás.
Nacerá en nuestro perdón, en nuestro reconciliarnos, en nuestro alejarnos de aquello que nos separa del amor a Dios. De todo lo que es pecado u ofensa a Dios y al prójimo.
María dio a luz a un niño que era la luz, que era el calor, que era la acogida, que era el amor.
En la vida siempre buscamos, pero sepamos que lo que buscamos ya lo tenemos.
Por eso, busquémoslo por dentro y no por fuera.
No le pidamos a otros, sino démoslo nosotros a otros,
No pidamos, ofrezcamos.
¿Tenemos manos? Tendámoselas al hermano y con él construyamos un mundo mejor.
¿Tenemos voz? Hablemos al hermano y seamos voz de los sin voz. Gritemos al mundo que Cristo nació.
¿Tenemos corazón? Que lata el nuestro con fuerza por las cosas de Dios. Aumente en nosotros la bondad, la generosidad, la comprensión, la entrega, el amor. Démosle a los demás lo que queremos para nosotros. Pan al que tiene hambre, ropa al desnudo, cariño al que sufre, ayuda al necesitado, verdad al que camina por caminos chuecos y de mentira.
Paz a los hombre de buena voluntad.
A todos ustedes les deseo de todo corazón una muy Feliz Navidad y que la Paz y el Amor de Dios se derrame en ustedes y los haga pasebres donde Jesús nazca día a día.
Un abrazo de su párroco y amigo,
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.