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Viviendo nuestra cuarentena, nos disponemos a vivir la Semana Santa de una forma única y muy especial. En nuestros hogares haremos el silencio correspondiente para meditar y rezar. Acompañaremos al Señor en sus últimos días entre nosotros.
Iniciamos este camino con el Domingo de Ramos. Ciertamente habremos preparado con anterioridad un altar en algún lugar de la casa y allí destacará la cruz. Infaltable la velita que encenderemos cada vez que sigamos en forma virtual las ceremonias de esta sagrada semana. No debe faltar el ramo que lo colocaremos en la puerta de entrada de nuestra casa para que sea el símbolo que somos católicos y que viviremos la Semana Santa.
Cada día es un contemplar el amor de Dios. Y por otra parte el empeño amoroso de Dios para abrirnos las puertas del paraíso. Los últimos acontecimientos de la vida de Cristo, muestran los hechos de la malicia del hombre. Los enemigos de Cristo tanto ayer como hoy, tratan de borrar su nombre de la historia en la ignominia de una injusta e infame condena y de un terrible martirio.
Cristo abraza la cruz por amor al Padre y por amor a nosotros.
El mensaje de la cruz es la liberación de todo mal, el rescate del dolor sin consolación y sin esperanza.
Leemos en la carta a los Filipenses 2, 6-11: Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.
Queridos amigos, que la Semana Santa 2020 sea verdaderamente una santa semana. Vivámosla con mucho amor y gratitud al Señor y pidámosle que aleje de nosotros este nefasto virus y fortalezca a todos los que incondicionalmente se entregan al servicio de los afectados.
Un abrazo a todos y Te alabamos Cristo y Te bendecimos, que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Los bendiga el Señor. Su amigo y párroco,
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.