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Queridos amigos de Nuestra Señora de Las Mercedes – Los Castaños
Hemos llegado al mes de Noviembre y a muy cercana distancia vemos que el año 2016 termina. Tendremos antes de eso varias cosas importantes en nuestra vida de Parroquia y de Iglesia.
El día 08 de Noviembre iniciamos el Mes de María, que tanto bien hace a nuestra vida espiritual y a crecer en el amor a la Santísima Virgen. El Domingo 20 de Noviembre se clausura el Año Santo de la Misericordia y también en este mes iniciamos la Campaña Navidad con el Hermano, vale decir las cajas de Navidad, que benefician a tantas familias para que puedan tener una cena de Navidad digna.
Quisiera ahora nos concentráramos en el Mes de María. Aquí su historia:
Las primeras referencias en la historia del “Mes de María” son del siglo XIII, en el que el Rey Alfonso X el Sabio, Rey de Castilla, invita a rogar a María en una de sus Cantigas, “Bienvenido Mayo”. En el siglo siguiente los joyeros de Paris llevaban a la Virgen un “mayo”, rama de plata adornada con brillantes y cintas. El mismo diccionario de la lengua castellana recoge la acepción. En el siglo XVI la devoción se extiende por Alemania e Italia: un monje alemán legó un pequeño opúsculo titulado “Mayo espiritual”, en el que figura el primer esbozo de la celebración del Mes de María. Por esas fechas San Felipe Neri aconsejaba a los jóvenes que veneraran a María durante el mes de Mayo.
Son novicios domínicos los que en Fiésole, en el siglo XVII, dedicaban a la Virgen los primeros domingos de mayo. Era costumbre -rezar durante una hora oraciones a María- que se tenía en alguna iglesia de Nápoles. Las primeras codificaciones de la devoción a María en mayo son compuestas por dos jesuitas, una a principios del siglo XVIII y otra a finales de ese siglo. En este siglo la práctica piadosa se extiende por Estados Unidos y Latinoamérica, y se encuentran datos de celebrarse en China. Los primeros pontífices que hablan y la aconsejan son Pío VII y el Beato Pío IX, quienes la premiaron con abundantes indulgencias.
No hay noticias de los inicios de la celebración del Mes de María en Chile. Dado el carácter mariano del comienzo de la evangelización, no parece exagerado afirmar que la devoción existiera desde el principio. Sí disponemos del origen de la estructura que tiene hoy el Mes de María. Fue el Rector del Seminario Pontificio, Monseñor Joaquín Larraín, quien señaló la manera de prepararse a la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854. Es probable que él conociera la costumbre europea y ubicó la celebración del Mes de María desde el 8 de diciembre como manera de dirigirse a la Virgen.
Tuvimos la suerte de que Monseñor Rodolfo Vergara compusiera las oraciones que hoy tenemos para comenzar y terminar dicha práctica. Su estructura, una especie de prosa poética incluida la métrica, facilita retenerlas desde niños en la memoria y explica que los chilenos recen con fidelidad. Pronto se extendieron por las iglesias e instituciones santiaguinas y partieron al resto del país, que se vio aludido y urgido por el amor a María con una devoción entrañable y querida.
LA DEVOCIÓN DEL MES DE MARÍA:
Desde el 8 de noviembre hasta el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, rezamos en Chile la tradicional devoción del Mes de María. Es una época del año donde renace la primavera, florecen los árboles y se cosechan los primero frutos. En el mundo espiritual acontece algo semejante en torno a MARÍA. Ella es la madre de Jesús y Madre nuestra, que con su sola presencia aviva el amor, garantiza la unidad y crea ambiente de familia. La devoción del Mes de María, que se acostumbra a rezar en parroquias, comunidades, colegios, plazas y grupos familiares, se caracteriza por tener dos oraciones propias que están presentes todos los días en que dura este ejercicio de piedad. En cada jornada, puede incluirse el rezo del Santo Rosario y se puede meditar una lectura bíblica. La celebración comienza o termina cada día con el infaltable canto “Venid y Vamos Todos”.
Los invito a que recemos este Mes con mucha devoción y sin cansancio. Demostrémosle a nuestra Mamita del Cielo, el amor que le tenemos y lo felices que estamos de tenerla a ella como mamá.
El Señor los bendiga a todos y cada uno de ustedes.
Roberto Espejo Fuenzalida, Pbro.