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El hecho no es aislado. Los conflictos del sandinismo con la Iglesia Católica no son nuevos. Es histórica la imagen de San Juan Pablo II en su visita a Nicaragua en 1983, cuando reprendió a Ernesto Cardenal, en ese momento sacerdote y ministro de cultura del gobierno sandinista. Cardenal fue suspendido como sacerdote y siguió por años vinculado al sandinismo (Frente Sandinista de Liberación Nacional), movimiento que con posterioridad abandonaría, acusando a Ortega de “dictador”. El Papa Francisco rehabilitaría a Cardenal como sacerdote en febrero de 2019, el que fallecería el 1 de marzo de 2020.
El Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, lleva 15 años y 7 meses en el poder.
El 7 de marzo de este año el gobierno de Nicaragua expulsó al Nuncio Apostólico, el polaco Waldemar Stanislaw. Antes, un grupo de sacerdotes, entre ellos el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, y Edwin Román, fueron forzados a salir de Nicaragua en 2019 y 2021, respectivamente. La misma suerte corrieron diez organizaciones, entre ellas a las Misioneras de la Caridad fundada por la Madre Teresa de Calcuta, bajo el cargo -nunca probado- de no respetar las leyes de financiamiento al terrorismo y de proliferación de armas de destrucción masiva.
El Papa Francisco ha manifestado su preocupación por la situación en Nicaragua, llamando a un “diálogo abierto y sincero”.
También el Comité Permanente del Episcopado en Chile, en comunicado de 19 de agosto de 2022, se ha manifestado señalando que, “compartimos la tristeza y preocupación por la situación que está viviendo el Pueblo de Dios que peregrina en Nicaragua. Junto a lo expresado por diversas voces de todo el continente y el mundo, nos unimos al llamado para que cese la violencia que atraviesa dicho país y la persecución que está viviendo la Iglesia hermana nicaragüense, que se ha traducido en la detención de un obispo, sacerdotes, diáconos, laicos y seminaristas; así como la expulsión de comunidades religiosas. También vemos con preocupación el cierre de medios de comunicación católicos, la destrucción de imágenes y símbolos religiosos católicos, así como las dificultades que experimentan las comunidades cristianas para vivir sus expresiones de fe y culto libremente”.
“También nos hacemos parte del clamor por establecer caminos de diálogo entre las autoridades y los diversos actores políticos y sociales por el bien del país. Los pastores de Nicaragua han manifestado que la Iglesia por su naturaleza “proclama el Evangelio de la Paz”, por ello adherimos a su petición para que el Espíritu Santo les de la fortaleza para mantenerse firmes en la Esperanza y fieles a la misión recibida por el Señor”.
“Invitamos a todos las comunidades católicas en Chile a unirse en oración por la paz en Nicaragua en sus celebraciones litúrgicas y encuentros, dirigiendo a Dios una especial plegaria por las hermanas y hermanos en la fe de dicho país”.
Pidamos a la Inmaculada Concepción de María, Patrona de Nicaragua, para que interceda para devolver la paz a Nicaragua.
Crodegango