"Unidos en Cristo para Evangelizar"
26 de Octubre de 2022
Sobre la muerte y el más allá
 


El calendario litúrgico nos invita a celebrar el 1 y 2 de noviembre, respectivamente, el día de todos los santos y de todos los difuntos.

Estas dos fiestas nos recuerdan las consecuencias que provoca el hecho de la muerte. Para los cristianos no hay más que una vida y por ello conviene que la vivamos de cara a Dios.

Es un hecho que el neopaganismo materialista niega o se rebela contra la muerte. Muchos prefieren no hablar de este tema porque carecen de una respuesta satisfactoria para ello. La preocupación por las realidades temporales, como si esta vida no fuese a concluir, ha logrado anestesiar a muchos.

En algunos, el influjo de las filosofías existencialistas o materialistas han logrado instalar una visión donde algunos creen que la muerte es el fin de todo, como si solo fuéramos un conjunto de células. 

En el otro extremo, también convivimos con otras religiones donde se postula que existe la reencarnación y la transmigración. 

La reencarnación alude a la posibilidad que el alma pueda pasar a distintos cuerpos humanos sucesivos. La transmigración, en cambio, proclama que el alma humana puede pasar a un cuerpo de otro animal o de una la planta y viceversa. Para los que creen en la reencarnación existe un ciclo sin fin. Para algunos ello es el resultado de las buenas o malas acciones que van recibiendo premio o castigo a través de sucesivas vidas. Otros proclaman que en el transcurso de una misma vida es posible ir muriendo y renaciendo cada vez.

Nuestra Fe proclama algo radicalmente diverso:

"1) La Iglesia cree en la resurrección de los muertos." "2) La Iglesia entiende que la resurrección se refiere a todo el hombre: para los elegidos no es sino la extensión de la misma Resurrección de Cristo a los hombres." "3) La Iglesia afirma la supervivencia y la subsistencia, después de la muerte, de un elemento espiritual que está dotado de conciencia y de voluntad, de manera que subsiste el mismo «yo» humano. Para designar este elemento, la Iglesia emplea la palabra «alma», consagrada por el uso de la Sagrada Escritura y de la Tradición." "Aunque ella no ignora que este término tiene en la Biblia diversas acepciones, opina, sin embargo, que no se da razón alguna válida para rechazarlo, y considera al mismo tiempo que un término verbal es absolutamente indispensable para sostener la fe de los cristianos”. "7) La Iglesia, en una línea de fidelidad al Nuevo Testamento y a la Tradición, cree en la felicidad de los justos que estarán un día con Cristo. Ella cree en el castigo eterno que espera al pecador, que será privado de la visión de Dios, y en la repercusión de esta pena en todo su ser. Cree, por último, para los elegidos en una eventual purificación, previa a la visión divina; del todo diversa, sin embargo, del castigo de los condenados. Esto es lo que entiende la Iglesia, cuando habla del infierno y del purgatorio” (Puntos 1, 2, 3 y 7, Carta sobre algunas cuestiones referentes a la escatología, CDF, 17 de mayo de 1979).

En el cristianismo no cabe la reencarnación ni menos una cadena de transmigraciones. Cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y que ha sido salvado por Jesús en la cruz.

Tampoco los cristianos reducimos la vida a la nada. Para nosotros, la resurrección del Señor ha logrado el triunfo definitivo sobre la muerte.

Por todo lo anterior, celebremos la solemnidad de Todos los Santos recordando a todos los hombres y mujeres, de distintas épocas, que han alcanzado el único objetivo que debería marcar nuestra existencia: la santidad. 

De igual forma, recordaremos a los cristianos ya fallecidos que esperan el momento de encontrarse con Dios y pertenecen a la iglesia purgante. 

El Catecismo nos recuerda que existen tres estados de la Iglesia. “Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es" (LG 49) (CIC 954).

Pidamos a la Santísima Trinidad que nos permita entender que la Resurrección de Cristo es el principio y fuente de nuestra resurrección futura. 

Crodegango

 






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