"Unidos en Cristo para Evangelizar"
13 de Noviembre de 2020
¿Y tú por qué todavía no perdonas?
 


Un acto humano difícil de imitar a nuestro Señor Jesucristo es la invitación que hace a perdonar a nuestros enemigos. El que no ama no puede perdonar. La difundida consigna política “ni perdón ni olvido”, es simplemente la opción de los que no conocen lo que es amar y no saben lo que hacen.

 

Ahora, perdonar no significa desconocer que alguien nos causó un daño, que nos hizo algo malo, que cometió un pecado. En el matrimonio puede ser perdonado el que cometió un adulterio y faltó al deber de fidelidad; en los negocios, puedo perdonar al que nos defraudó y dispuso de mis ahorros de manera engañosa; en las relaciones sociales, puedo perdonar al que difundió una calumnia que afecta mi honra; en las familias puedo perdonar al pariente que destruyó la armonía familiar en la repartición de la herencia; en mi historia laboral puedo perdonar al que me despidió de manera injusta; puedo perdonar al equipo médico que fue negligente y me hizo perder a un pariente en una intervención quirúrgica; el que fue adoptado puede perdonar a su mamá biológica, que entiende lo abandonó.

Nuestra incapacidad para perdonar proviene de haber adquirido una enfermedad espiritual muy grave llamada resentimiento. Se trata de una respuesta, de un estímulo negativo, que surge frente a la ofensa o agresión que hemos recibido. Es efecto reactivo ante la agresión, que humanamente es natural que aparezca. Sin embargo, esa reacción debe ser depurada a través de la respuesta cristiana que le debo dar a esa situación.

Los cristianos tenemos ventaja para poder perdonar. El medio que nos dispone a lograr ese acto supremo del amor es la oración. A través de ella tenemos que pedir a Dios que nos ayude a purificar la inteligencia y la voluntad, que nos permita superar ese sentimiento de odio, de venganza y de resentimiento que albergo contra el que me ofendió.

Perdonar es una de las manifestaciones más altas del amor, que transforma verdaderamente nuestro corazón. Cuando perdonamos, como lo haría Jesús, damos testimonio que el amor es más fuerte que el pecado. La posibilidad de practicar el perdón cristiano aparecerá cuando, a través de la oración y de la penitencia, pidamos a Dios nos conceda su gracia para purificar nuestra memoria y nos libere de seguir esclavizados por ese resentimiento contra el que nos ofendió.

Si Dios nos perdona nuestros pecados, sin límite, ¿Cómo yo no voy a perdonar?

Crodegango






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