"Unidos en Cristo para Evangelizar"
26 de Septiembre de 2023
FOMO y “carrete zorrón”
 


El acrónimo FOMO proviene del inglés fear of missing out, y se traduce como el “temor a dejar pasar” o “temor a perderse algo”.

Los estudiosos del tema describen que se trata de una patología psicológica caracterizada por una ansiedad que se sufre al pensar o sentir que otros podrían estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente. 

 

El que sufre de FOMO se caracteriza por una conducta que lo lleva a estar continuamente conectado con lo que otros están haciendo, desatando una preocupación compulsiva de estar perdiéndose algo que otros están disfrutando.

 

La utilización de las redes sociales facilita este tipo de acciones, que son ejecutadas, en algunos casos, sin tener conciencia del riesgo que involucra para la vida espiritual que todo ser humano necesita cultivar. 


En el caso de los jóvenes que la padecen, se sienten llamados a un activismo que no les permite, por ejemplo, quedarse alguna vez en sus casas tranquilos. La necesidad de salir se hace compulsiva, como si una fuerza irresistible los obligara a dirigirse a un lugar para evitar perderse de algo. La consigna de esta forma de vida es evitar tener que arrepentirse de no haber ido a algo. 


Existe una cadena que fomenta este tipo de conductas, especialmente con las redes sociales que están diseñadas para estimular a otro a “estar ahí”, como acontece con Instagram y plataformas semejantes.


La pérdida de libertad a que esto puede llevar se advierte en noticias que muestran, como mediante estímulos colectivos dirigidos a los jóvenes, se los conduce a ejecutar comportamiento de masas irreflexivas. Así, por ejemplo, se decretan “zonas santas” a las que se debe “peregrinar” para pagar una manda que evite la expulsión de la “sagrada orden del hedonismo”. Llegados al lugar, ingresan al inframundo, en los que colectivamente se someten a actos indignos y decadentes, que no se condicen con su condición de ser hijos de Dios.

 

El libertinaje sexual, el abuso de drogas y de alcohol son lo predominante, viviendo por varios días costumbres que se entendía eran propias de la era precristiana. En las pasadas fiestas patrias -para nuestra zona geográfica- el epicentro del “carrete zorrón” fue Pichidangui, en la región de Coquimbo, donde se cometieron excesos que escandalizan a cualquiera que aún tenga el don de temor de Dios [hábito sobrenatural por el que el cristiano, por obra del Espíritu Santo, teme sobre todas las cosas ofender a Dios, separarse de Él, aunque sólo sea un poco, y desea someterse absolutamente a la voluntad divina (Suma Teológica, II-II,19)]. 


Como Dios nos ha creado libres y dotados de inteligencia y voluntad, la forma de corregir esta esclavitud a que puede llevar el FOMO proviene de volver a cultivar la modestia.


En la ética cristiana, la modestia es una virtud que deriva de la templanza y que inclina a comportarse en los movimientos internos y externos dentro de lo que exige el justo medio. A través de ella se logra el necesario autocontrol y la moderación en el uso de las cosas, incluida la diversión o esparcimiento.

 

Cuando esto guía efectivamente la conducta, se logra vivir la humildad y la moderación sin las cuales no se puede vivir en paz con uno mismo y con el prójimo.


Pidamos la intercesión de Carlo Acutis, adolescente italiano que murió en 2006 y fue beatificado el 10 de octubre de 2020 en Asís, para que nuestros jóvenes encuentren en necesario esparcimiento el camino que conduce a Jesús.


Crodegango

 






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