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El domingo 17 de diciembre de 2023 concluirá una etapa relevante de nuestra historia.
Muchos de los temas debatidos durante este periodo de definiciones constitucionales son opinables y se explican dentro de la libertad que todos tenemos para buscar el bien común, a través de diferentes propuestas.
Ha sido un ejercicio cultural interesante el masivo rechazo que obtuvo el proyecto votado en septiembre de 2022, donde la mayoría dejó claro que no estaba por modelo de sociedad fundada en ideas contrarias a la concepción cristiana de la persona humana y al rol del que debe tener Estado.
Sin embargo, al cerrar este ciclo hay un aspecto sobre el alcance del derecho a la vida que nos invita a reflexionar, con el objeto de asumir responsablemente los desafíos que surge de nuestra condición de cristianos.
Efectivamente, no se puede dejar pasar que está instalada la idea de que el aborto sería un derecho de las mujeres, al que se considera como si se tratara de una auténtica conquista social.
A un grupo de la sociedad chilena, encabezada por actores políticos relevantes, no les escandaliza defender que existe “un derecho a eliminar seres humanos” invocando tres causales legales. El tema no es teórico, atendido que según las encuestas del MINSAL, hasta el 5 de diciembre de 2023, “ejerciendo sus derechos” se han practicado 4.564 abortos por las siguientes causales:
La cifra es realmente dantesca y supera otro grave problema moral que arrastra Chile hasta el día de hoy. Efectivamente, la autoridad ha comunicado que durante los 16 años y 6 meses que duró la interrupción de la democracia en Chile, hubo 2123 personas asesinadas y a la fecha existen 1093 personas detenidas desaparecidas cuyo destino final aún se desconoce. En total, según el Ministerio de Justicia, habrían sido 3216 personas ejecutadas o hechas desaparecer.
Como se puede apreciar, la forma de concebir el derecho a la vida en Chile no es la misma. En unos casos se invoca con energía la violación de los Derechos Humanos (y es correcto hacerlo); en otros, se cambia el prisma y para hacer desaparecer al débil, al inocente, al que no se puede defender puesto que en esos casos se justificaría el proceder con la anodina fórmula de “los derechos reproductivos y sexuales” de la mujer.
El desafío que tenemos los cristianos en este asunto es grande. La defensa de la vida humana es un asunto político no transable.
Tenemos que buscar revertir el quiebre moral que se ha producido en la mente de varios, que no advierten la gravedad del mal que significa validar el aborto como un derecho. Lo primero es estar atentos, para no embrutecernos y dejar de llamar al mal, mal y al bien, bien. De igual forma, hay que salir del complejo y no transar en orden a que tenemos el legítimo derecho a resistir y dejar sin efecto todas las leyes injustas, sobre todo cuando se ensañan con los más débiles.
Pongámonos bajo el amparo de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, para que nos proteja en esta nueva etapa que comienza.
Autor: Crodegango