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Son muchos los puntos donde podríamos proponernos mejorar. Sin pretender agotar una lista que es interminable, la conversión cuaresmal nos debería llevar a ver con los ojos del Señor situaciones que no queremos enfrentar, para no salir del mundo paralelo en el que vivo.
Dejar de ser sordociego
La expresión sordociego designa a aquellas personas que no oyen y que también son ciegos. En nuestro caso, esta enfermedad abunda a nivel de formación doctrinal. Por distintas razones no queremos conocer y estudiar el contenido de nuestra fe, opción que a la larga nos cierra la posibilidad de utilizar nuestros labios y los oídos para cumplir el encargo que todos tenemos de evangelizar. ¿Cómo voy a transmitir o defender lo que no conozco? Dicha actitud termina, inevitablemente, en la sordoceguera que no permite comprender lo que Dios quiere de nosotros en este corto paso por este mundo. Debe alentarnos a formarnos doctrinalmente el hecho que en el Evangelio Jesús cura a un sordo mudo. Si logro proponerme metas concretas para acudir a cursos de formación, con un plan de lectura espiritual adecuado y de recta doctrina y rezo por ello, ya es una conversión cuaresmal.
Salir de uno mismo
Es un hecho objetivo que en muchos hoy predomina una mentalidad práctica y cortoplacista. Muchos jóvenes no creen que exista el amor verdadero, que se caracteriza en un acto de entrega “para siempre”. Esto se aprecia en opciones de vida donde la palabra compromiso ni siquiera se plantea. Sus objetivos están puestos en obtener un título profesional, el hacer viajes, comprar un auto, y proyectar una vida en la que se consigan sistemáticamente experiencias que producen deleites pasajeros (que pueden ser lícitos, pero son siempre efímeros). Si logro tomar conciencia que Cristo nos invita en esta Cuaresma a caminos de entrega y de servicio por Amor a los otros, ya es una conversión cuaresmal.
La situación de los migrantes
Es un hecho que hemos recibido a varios extranjeros. En muchos casos viven en condiciones paupérrimas, alejados de sus seres queridos por razones de diverso tipo (políticas, económicas, huyendo de la miseria o de la violencia, entre otros). Están hacinados. No hablan nuestro idioma. Son objeto de abusos por inescrupulosos. En esto no podemos olvidar algo evidente: ¡Son seres humanos! No se trata solo de darles de comer. Hay que buscar una solución a este asunto que concilie los diversos intereses en juego. ¿Qué hago como cristiano ante una situación así? Si logro que se ablande mi duro corazón, y me ahorro comentarios y actitudes xenófobas, y rezo por esto ya es una conversión cuaresmal.
Las vocaciones sacerdotales
Un asunto de interés común es el de las vocaciones sacerdotales. Como sabemos, se trata de una llamada que Dios hace a algunos para realizar una tarea que abarca la vida entera. Cada uno de nosotros es responsable de generar las condiciones que faciliten a nuestros jóvenes que oigan y sientan la llamada del Espíritu Santo que les invita a algo grande a los ojos de Dios, para lograr su propia felicidad y la de toda la comunidad. Si bien todos somos llamados a la santidad, sólo algunos son invitados a un camino particular, a través del sacramento del orden sacerdotal. Si logro tomar conciencia de este asunto y rezo seriamente por ello ya es una conversión cuaresmal.
Pidamos al Espíritu Santo que esta Cuaresma nos ayude a buscar una nueva conversión, que supone siempre amar la Cruz de Jesucristo y a esperar confiadamente en Él.
Autor: Crodegango