En una entrevista publicada en un diario de circulación nacional, el nuevo Arzobispo de Santiago, Monseñor Fernando Chomali, dio varias claves para entender la crisis actual de la Iglesia en Chile y la forma como salir de ella.

Sin perjuicio de otros aspectos de interés, es particularmente interesante recalcar el rol que nuestro Pastor asigna a los laicos, cuando afirmó tajantemente: “Necesitamos laicos muy comprometidos y activos en todos los ámbitos”.

Esa breve afirmación tiene gran profundidad teológica. Efectivamente, la figura del laico en la teología católica ha sido objeto de diversos análisis.

Históricamente está demostrado que el origen de la expresión “laico” ya se utilizaba a finales del siglo I. En un conocido escrito de San Clemente Romano (35-99) se designa como “laicos” la condición en el Pueblo de Dios de aquellos fieles que no son ministros sagrados (Carta a los Corintios, 40,5). Con esa caracterización se quería aludir a algo muy relevante, que es la de ser simplemente cristianos. Cuantitativamente esa ha sido la condición que han tenido miles de personas en los más de dos mil años que lleva el mensaje cristiano.

Con el Concilio Vaticano II, el tema cobraría un nuevo impulso. Entre otras menciones tiene mucha importancia lo indicado en el cap. IV de la Constitución dogmática sobre la Iglesia: Lumen Gentium, donde se lee:

“33. Los laicos congregados en el Pueblo de Dios e integrados en el único Cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualesquiera que sean, están llamados, a fuer de miembros vivos, a contribuir con todas sus fuerzas, las recibidas por el beneficio del Creador y las otorgadas por la gracia del Redentor, al crecimiento de la Iglesia y a su continua santificación”.

“Ahora bien, el apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación. Y los sacramentos, especialmente la sagrada Eucaristía, comunican y alimentan aquel amor hacia Dios y hacia los hombres que es el alma de todo apostolado. Los laicos están especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos [113]. Así, todo laico, en virtud de los dones que le han sido otorgados, se convierte en testigo y simultáneamente en vivo instrumento de la misión de la misma Iglesia en la medida del don de Cristo (Ef 4,7)”.

Como se puede apreciar, la invitación que nos hace Monseñor Chomali está en plena sintonía con el magisterio de la Iglesia.

Especial atención debemos prestar al rol de los laicos en el mundo de la cultura y de la enseñanza. Al dar su visión de las causas de la crisis de la Iglesia en Chile y el rol de los intelectuales católicos, nuestro Pastor responde con franqueza: “Hay una gran ausencia de intelectuales y creo que el modelo económico los ahogó. Nos hizo pensar que el éxito del ser humano era solamente económico. La sociedad promueve carreras que generan recursos. Todo eso va configurando una cultura pragmática donde los espacios de reflexión están siendo olvidados. Pero tengo muchas esperanzas en las universidades católicas”.

Nuevamente, estamos frente a otra interpelación, para que los laicos que les competa asuman en su condición de simples cristianos sus deberes en la evangelización en el campo intelectual y cultural, para lograr que la luz de Cristo ilumine a muchos.

Pidamos al Espíritu Santo luces para atender dócilmente y obedecer lo que nos dice nuestro nuevo Arzobispo.

Autor: Crodegango.