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Se trata del primer país del mundo que explícitamente reconoce al aborto dentro de su Constitución. Dieron su voto a favor 780 parlamentarios, 72 en contra y 50 abstenciones. Antes de esto, en 1975, Francia había legalizado el aborto. Hoy lo blinda todavía más, al elevar esta inhumana conducta a nivel constitucional.
La Iglesia católica fue uno de los pocos grupos que anunció su oposición a la enmienda.
El tema es una respuesta política de los grupos partidarios del aborto, que califican como un grave retroceso la sentencia de la Corte Suprema Norteamericana, de 24 de junio de 2022, que cambió el criterio sentado en el caso Roe vs. Wade de 1973. A partir de esa decisión, son los estados de esa federación los que están debatiendo enconadamente esta materia en sus parlamentos. Es un hecho que el mapa de acceso al aborto en Estados Unidos está cambiando drásticamente. De los 50 estados que integran el país hoy 14 prohíben totalmente el aborto.
En nuestro caso el tema está latente; en la celebración del día internacional de la mujer, una alta autoridad se pronunció a favor de avanzar a una ley de “aborto integral”, sin precisar que significaría eso.
¿Qué lecciones debemos sacar de lo ocurrido en Francia?
Primero, que los católicos no podemos ser indiferentes a la hora de elegir a nuestros políticos. Efectivamente, el presidente francés, que se había resistido a esta modificación, terminó por alentar públicamente que la iniciativa francesa se extienda por toda Europa.
Segundo, que muchas personas tienen conciencia oscurecida, al concebir que las mujeres tienen el derecho o la libertad para eliminar al miembro más indefenso de la familia humana.
Tercero, que somos testigos de un profundo cambio cultural.
No es irrelevante que esto se haya producido en Francia, nación a la que el catolicismo tanto debe en la explicación doctrinal de nuestra fe. Recordemos algunos ejemplos, para advertir la gravedad cultural que tiene este hecho.
En los albores del cristianismo encontramos en las Galias (hoy Francia) a San Irineo de Lyon, nacido en el año 125 en Asia Menor, probablemente en Esmirna (actual Turquía). Recibió el mensaje cristiano directamente de San Policarpo, discípulo del apóstol San Juan. Su magisterio como obispo en Lyon fue muy fecundo. Su principal actividad fue a combatir a las principales herejías que afectaban a la naciente religión. Su libro más famoso precisamente se llama “Contra las herejías” (Adversus haereses). La sabiduría y vigencia de este Santo ha llevado a que el Papa Francisco lo haya nombrado Doctor de la Iglesia el 22 de enero de 2022.
Para lo que aquí importa, San Irineo enseña que lo característico de las herejías es un hecho: negar la creación. En sus palabras: “Porque casi todas las herejías que existen afirman que ciertamente hay un solo Dios, pero no saben ser agradecidos para con aquel que los creó y desvirtúan su naturaleza con sus erróneas opiniones, de manera semejante a como los paganos lo hacen con su idolatría. Porque desprecian lo que es la creación material de Dios y así se oponen a su propia salvación, haciéndose acusadores amargados contra sí mismos y falsos testigos de lo que dicen (...)”. Lo anterior no pierde vigencia, puesto que la aprobación del aborto en todos los países occidentales es el resultado de la penetración de la ideología de género, que insiste en la inhumana idea de proclamar la existencia de los “derechos reproductivos y sexuales”, dentro de los que está el de aborto, lo que es una forma grave de negar creación.
También sigue vigente del pensamiento de San Irineo la siguiente sentencia sobre el ejercicio del poder por las instituciones temporales, al afirmar: “Al apartarse de Dios el hombre se convirtió en una fiera, hasta el punto que trataba como enemigos a los de su propia sangre, viviendo en toda suerte de revueltas, homicidios y rapiñas, sin temor alguno. Por esto le impuso el temor humano, ya que no era capaz de sentir el temor de Dios. Y así, sometidos los hombres a la autoridad humana y obligados por sus leyes, llegasen a conseguir algo de lo que toca a la justicia, refrenándose unos con otros”. Está claro que el actual Parlamento francés no tiene temor alguno de Dios, ni menos se ha refrenado para profundizar en el genocidio que significa eliminar a los indefensos.
Por otro lado, no perdamos de vista que en Francia fue escrita por Santo Tomás de Aquino parte de la Suma Teológica, para facilitar la enseñanza de los estudiantes de la Universidad de París. En esta magna obra del pensamiento humano, después de estudiar las virtudes, se explica que “el pecado es un acto humano malo”. Agrega luego que esta conducta tiene origen en la libertad del hombre, que se aleja de la recta razónt(es un auto engaño), y que es un acto de desobediencia a Dios.
Es de extrema gravedad moral que el Parlamento francés haya elevado a rango constitucional la posibilidad de ejecutar un pecado, a partir de un evidente auto engaño, como es sostener que existe la libertad para disponer del propio cuerpo, al extremo de no reparar que lo que se elimina es una criatura de la que Dios pedirá cuenta en algún momento.
Por último, recordemos a la francesa Santa Teresita de Liseaux (Alençon, el 2 de enero de 1873). Como se sabe, su libro Historia de un alma, revolucionó la espiritualidad de la Iglesia. Esta carmelita es la patrona universal de las misiones. De sus enseñanzas tenemos que rescatar que la Iglesia es misionera, y que frente a la cruda realidad del aborto hay mucho que hacer. Seguramente los católicos franceses ya son una minoría en este tema, y nosotros corremos seriamente el riesgo que nos pase exactamente los mismo. Por tal razón, aceptemos con alegría el desafío de seguir misionando en defensa del derecho a la vida de las criaturas de Dios que están por nacer.
Pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros para recibir la gracia que necesitamos para sacar adelante esta difícil misión.
Autor: Crodegango