"Unidos en Cristo para Evangelizar"
13 de Agosto de 2024
El valor de la democracia y el avestruz
 


Es una mala señal que tengamos frente a la política una actitud de desprecio o indiferencia. Nuestra forma de contribuir a que la sociedad funcione mejor es hacer justamente lo contrario.

Las noticias de las elecciones en Venezuela han marcado la pauta en las últimas semanas. Todo indica que estamos frente a un evidente intento para desconocer el legítimo veredicto del pueblo venezolano, que se manifestó en las urnas por un cambio de gobernante.

Tampoco son alentadoras las noticias de Nicaragua. La persecución contra los católicos sigue desatada. La detención de obispos y sacerdotes sigue siendo una constante. El presidente Ortega lleva varios lustros en el poder, sin contrapeso alguno.

Por otro lado, en varios países formalmente democráticos, sigue avanzando la secularización mediante leyes contrarias a la dignidad de la persona humana en las que se validan conductas que objetivamente, constituyen pecados graves. Esta realidad ha llevado a cauterizar la conciencia de muchos, que están incapacitados para distinguir entre el bien y el mal, con todo lo que ello significa en todos los planos.

La explicación a esta situación en muchos casos se debe a la dejación que hemos hecho de nuestros deberes cívicos. De manera gradual nos ha derrotado el egoísmo, la comodidad, lo que ha facilitado que ideologías anticristianas dominen el ambiente cultural y el ejercicio del poder en diferentes sistemas políticos.

También contribuye a este declive la falta de formación, que permite que aceptemos como si fueren correctas soluciones que son nuevas formas de esclavitud, las que implementadas resultan dañinas al conjunto de la sociedad especialmente, cuando sus destinatarios son los niños y jóvenes.

La inhibición y pereza en el cumplimiento de los deberes políticos y sociales, tarde o temprano, pasa la cuenta. La democracia en Venezuela no se corrompió hace tres semanas. Fue un proceso gradual y lento, cuyas consecuencias están a la vista. Dicha decadencia no es sólo un problema interno que se padece en ese país, tal como se advierte en la crisis de seguridad que nos afecta, donde intervienen activamente varios extranjeros cuyos códigos éticos son impropios de un ser humano.

Es una mala señal que tengamos frente a la política una actitud de desprecio o indiferencia. Nuestra forma de contribuir a que la sociedad funcione mejor es hacer justamente lo contrario. Tenemos que facilitar que gente con buenas ideas ocupe los espacios de participación ciudadana, para evitar que personas y partidos con mentalidad totalitaria gobiernen, especialmente cuando están movidos por ideologías que son profundamente inhumanas y, de las que hoy no se escapan ni siquiera los países formalmente democráticos.

Los católicos tenemos amplia libertad para elegir, pero sin perder de vista que debemos apoyar a los que busquen el bien común, a través de propuestas de solución que consideran la dignidad de la persona humana en la solución de los problemas económicos, sociales, laborales, familiares, de seguridad ciudadana…

Tenemos que evitar actuar como el avestruz, que entierra la cabeza por miedo para no enfrentar la realidad.

No podemos tener metida la cabeza dentro de tierra, cuando vemos que existe la posibilidad que lleguen a ejercer el poder personas que solo buscan incubar malas soluciones que terminan por generar pobreza material, intelectual y espiritual.

Recemos a la Virgen del Carmen, protectora de Chile, para que tengamos la fortaleza de querer siempre contribuir al bien común.

Autor: Crodegango






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