"Unidos en Cristo para Evangelizar"
21 de Agosto de 2024
Paganismo a la vista
 


El anhelo de espiritualidad del hombre nada lo puede apagar. El que hayamos sido creados con cuerpo y alma queda al descubierto si...

El anhelo de espiritualidad del hombre nada lo puede apagar. El que hayamos sido creados con cuerpo y alma queda al descubierto si miramos nuestro entorno, donde afloran diversas formas de religiosidad.

Es una realidad que en esta sociedad secularizada y materialista surgen propuestas que ofrecen satisfacer este anhelo inagotable de lo espiritual, en las que abundan alternativas o sucedáneos.

Las formas de paganismo son abundantes y comprenden varias posibilidades.

Algunos siguen a la naturaleza, que se convierte en objeto de culto y terminan apresados en un panteísmo radical.

Otros han vuelto a la adoración de dioses antiguos, reviviendo las deidades del Olimpo de la antigua Grecia o las creencias precristianas o de los pueblos ancestrales, adaptándolas al mundo actual. Esto significa un regreso al politeísmo, que acepta la existencia de un gran número de divinidades. Para cada necesidad material o espiritual, se acude a un dios diferente. 

También se práctica el sincretismo, que lleva a mezclar diferentes creencias para hacerse una a la medida.

En estas manifestaciones religiosas se utilizan símbolos con connotaciones específicas, para exteriorizar ciertas creencias.

También esta búsqueda considera reuniones para exteriorizar los ritos y reunirse en conferencias esotéricas o en festivales de similar inspiración.

Lo antes descrito no es algo que no se de en nuestra realidad.

Basta recordar que al asumir este gobierno, el 12 de marzo de 2022, en el Palacio de La Moneda el Presidente de la República, participó de una rogativa realizada por representantes de pueblos originarios, a la que concurrieron las autoridades ancestrales del pueblo Yagán, Lican antai, Mapuche Pewenche, Rapa Nui, Mapuche Lafkenche, Diaguita y Mapuche Füta warria.

Algunas de estas manifestaciones ofrecen incluso “retiros de sanación”. Hace poco un diario de circulación nacional describía en un reportaje un encuentro realizado en Pirque, en un local acondicionado para este propósito. Su público estaba compuesto sólo por hombres entre 40 y 50 años. El director de este evento explicaba el origen de esta alternativa espiritual así: “la caída de las estructuras jerárquicas y de los dogmas tradicionales, la necesidad espiritual del hombre de traje y corbata vacíos por dentro y sin propósitos. Para atraerlos, diseñó algo que se acomodaba a sus creencias: dice que es aprendiz de chamanes, que ha viajado por el mundo recogiendo terapias y ritos culturales ancestrales…” (Sábado, El Mercurio 17 de agosto de 2024). El retiro indicado incluía, entre otras actividades, la ceremonia del cacao, rito ancestral de las culturas prehispánicas y que permite el ingreso a la “dimensión sagrada” y estados de “profundidad y reflexión”. También un baño de humo en la “ceremonia del fuego”, que busca rescatar rituales diaguitas a través de un baño de vapor cada vez más intenso, que duraba dos horas.

Lo que hemos expuesto pone a la vista la necesidad que tenemos los católicos de ejecutar un profundo plan de apostolado. Son muchas las almas que están en búsqueda de Dios, pero lamentablemente lo pretenden encontrar donde no está.

Para sentirnos interpelados recordemos las palabras del Padre Hurtado, al parecer emitidas en una homilía radial en 1951, donde afirmaba:

“Felizmente, el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca, aún en manifestaciones objetivamente desviadas. En el hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus, en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios. La Iglesia Católica desde su origen, más aún, desde su precursor, el Pueblo prometido, no es sino la afirmación nítida, resuelta, de su creencia en Dios. Por confesarlo, murieron muchos en el Antiguo Testamento; por ser fiel al mensaje de su Padre, murió Jesús, y después de Él, por confesar un Dios Uno y Trino cuyo Hijo ha habitado entre nosotros, han muerto millones de mártires. Desde Esteban y los que como antorchas iluminaban los jardines de Nerón, hasta los que en nuestros días en Rusia, en Checoslovaquia, en Yugoslavia; ayer en Japón, en España y en Méjico, han dado su sangre por Él. A otros no se les ha pedido este testimonio supremo, pero en su vida de cada día lo afirman valientemente: Religiosos que abandonan el mundo para consagrarse a la oración; religiosas que unen su vida de obreros, en la fábrica, a una profunda vida contemplativa; universitarios animados de un serio espíritu de oración (…)”. Concluye luego nuestro primer santo:

Y cuando lo han hallado, su vida descansa como en una roca inconmovible; su espíritu reposa en la paternidad divina, como el niño en los brazos de su madre (cf. Sal 130). Cuando Dios ha sido hallado, el espíritu comprende que lo único grande que existe es Él. Frente a Dios, todo se desvanece: cuanto a Dios no interesa se hace indiferente. Las decisiones realmente importantes y definitivas son las que yacen en Él”.

Pidamos a la Santísima Trinidad, que nos conceda abundante gracia para tener el celo apostólico de difundir su mensaje a todos los hombres.

Crodegango






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