"Unidos en Cristo para Evangelizar"
16 de Julio de 2024
Una cruzada contra el odio
 


Pareciera ser que todo lo inunda el odio, el resentimiento. ¿Cuál debe ser nuestra postura como cristianos frente a este panorama?

Por diferentes razones vivimos en un clima social con manifestaciones de antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea. En los discursos públicos se emiten opiniones cargadas de aborrecimiento, aversión, rencor, desprecio, fobia, rabia, tirria.

En el ámbito político estamos enfrentando una polarización en las que posiciones extremas se disputan, de manera irreconciliable, diferentes formas de concebir el funcionamiento y solución de los problemas sociales, sin ceder ni escuchar las razones de los otros.

Dentro del mismo fenómeno, nos estamos acostumbrando a ver a diario las consecuencias de luchas entre bandas rivales que de disputan zonas geográficas, para tomar el control de territorios y ejecutar conductas antisociales.

No menos grave es la utilización violenta de las redes sociales, para linchar cibernéticamente a la víctima de turno.

Pareciera ser que todo lo inunda el odio, el resentimiento.

¿Cuál debe ser nuestra postura como cristianos frente a este panorama?

Tomar conciencia que, como seguidores de Cristo, somos portadores de un mensaje que ha sido revelado para cambiar el mundo.

En los Hechos de los Apóstoles se describe la forma de vida de los primeros cristianos, señalando que ellos “perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hechos, 2:42). Siguiendo esa pauta, muchos se adhirieron al mensaje de liberación del cristianismo. Como lo señala la Escritura: “acudían también muchas gentes de las ciudades a Jerusalén, traían enfermos y poseídos por espíritus impuros, y todos ellos eran curados” (Hechos, 5, 12-16).

A partir de esa forma de actuación, en estos dos milenios muchos se han animado a evangelizar, que es la forma prevista para erradicar el odio prevista por el mismo Cristo cuando nos exhorta a entregar su mensaje: “Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura” (Marcos, 16, 16).

Nos puede iluminar en los deberes que debemos asumir la Constitución Pastoral Gaudium Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, cuando señala:

43. El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él. No se creen, por consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales, por una parte, y la vida religiosa por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación. Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejerció el artesanado, alégrense los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una síntesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, científico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altísima jerarquía todo coopera a la gloria de Dios”.

Pidamos a Santa María que nos ayude a no ser indiferente frente al odio y la injusticia. A comprometernos decididamente por un mundo mejor.

Autor: Crodegango






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