Es una constante que hoy muchos jóvenes, educados cristianamente, deciden iniciar caminos, a través de dos opciones que se pasan a describir:

- “Matrimonio a prueba”

En esta situación de hecho se hace un experimento, donde sin contraer matrimonio se simula uno, de tipo experimental. Esto normalmente se gesta en relaciones de pololeo, donde se hacen viajes de vacaciones, como si existiese un vínculo conyugal. De hecho, no es infrecuente que para referirse a los padres de la polola o pololo se refieren a “los suegros”, dando por hecho que existe un matrimonio, donde no lo hay.

En este experimento no está presente el amor de donación que caracteriza al auténtico matrimonio, que no pone límite alguno, ni de tiempo ni de otras circunstancias. La precariedad de esta opción es la misma de tiene cualquier científico, que es libre para comunicar que no quiere seguir con el experimento.

- Uniones libres de hecho

Se trata de uniones sin algún vínculo institucional civil o religioso (matrimonio civil o religioso). Este fenómeno, que es cada vez más frecuente y se trata de explicar por diversas consideraciones que van desde el desprecio por asumir cualquier tipo de vinculo hasta razones de otra índole (principalmente económicas), que lleva a los convivientes a desestimar contraer un matrimonio regular.

Desde plano moral, la pérdida del sentido del pecado y la crisis moral que nos aqueja es una explicación a esta realidad.

La forma de enfrentar este tema obliga a diferenciar, puesto que es una realidad que comprende a personas que asumen diversas actitudes. Unos, de abierto desprecio, contestación o rechazo de la sociedad, lo que incluye por cierto al matrimonio. Otros, que solo se mueven por la búsqueda del placer (viajes, vacaciones, carretes, panoramas, etc.), subordinando toda la relación a esos valores, que siempre son efímeros. Si aparece una leucemia o algo de la misma entidad normalmente “se acaba el amor”. Otros, llegan a esto por mera ignorancia o por inmadurez psicológica, ya que sienten temor a la incertidumbre que significa todo compromiso serio, como lo es el del matrimonio.

Esta realidad, que nos acompaña masivamente, provoca graves consecuencias religiosas y morales, al dar cuenta de la pérdida del sentido religioso del matrimonio. A lo anterior se agregan los nefastos efectos sociales que muchas veces surgen de estas relaciones, al socavar el concepto de familia, y que pueden generar traumas psicológicos, y también el incumplimiento de deberes que al no estar amparados por la ley no se pueden reclamar, etc.

Nuestro rol rol como cristianos en este tema es evangelizar a través de acciones que iluminen el camino. Todo ello con una fina caridad cristiana, para que en algún momento se regularice esta situación, que siempre será de pecado.

En el plano político, hay que estar atentos para no apoyar a partidos que fomenten iniciativas disgregadoras de sociedad, y que debiliten el matrimonio como institución. El panorama que hoy predomina en Chile se explica por la actitud laxa de muchos políticos que no consideraron la importancia institucional del matrimonio y la real importancia de la familia que se constituye a través de ese compromiso entre un hombre u una mujer.

De igual forma, tenemos que apoyar a políticos que se comprometan efectivamente a desarrollar la economía, especialmente para erradicar las causas de la pobreza, y generar las condiciones que muchos jóvenes requieren para formar familia. Seria más constructivo que en vez de promover el aborto libre, se hicieran esfuerzos para generar las condiciones que alienten a muchos a constituir una familia a través de un matrimonio legítimo, de cara Dios.

Autor: Crodegango