"Unidos en Cristo para Evangelizar"
11 de Diciembre de 2024
La invocación de la Biblia en la política
 


La posibilidad de acudir a la Sagrada Escritura para justificar la acción pública se debe entender dentro del ejercicio de la libertad religiosa.

 

Un fenómeno digno de consideración es la invocación de la Biblia en la política.

Como se sabe, distintos credos religiosos consideran que la Sagrada Escritura es una fuente de inspiración y ello explica que algunos vean en la palabra revelada una fuente de inspiración para las actuaciones en la vida pública.

Naturalmente que la intensidad de esto depende de factores culturales y de la idiosincrasia de los distintos pueblos. A modo de ejemplo, son famosos los discursos con referencia a la Biblia en la vida política inglesa de quien fuera su primer ministro (de 1979 a 1990), Margaret Thatcher, en la que sin rubor alguno invocaba la tradición cristiana en la que había sido formada. En un famoso discurso de 1978, titulado “I believe”, (“Yo creo”) decía: “nunca pensé que el cristianismo me dotara de una filosofía política, pero si de unas normas a las que, en definitiva, deben remitirse las acciones políticas. También me enseñó que, en última instancia, la política tiene que ver con las relaciones personales, con establecer las condiciones en la que los hombres y las mujeres puede aprovechar mejor sus efímeras vidas en este mundo para prepararse para la siguiente (…).

De igual forma, sabemos que la Sagrada Escritura admite distintas lecturas, y muchas de ellas pueden llegar a ser erradas o realizadas con fines partidistas o político contingente, lo que, a la postre, puede llevar a efectos nocivos y contrarios a la paz social. Esto lo conocemos en el ámbito latinoamericano, donde la utilización de la Biblia ha tenido varias manifestaciones que van desde el desarrollo de la teología de la liberación hasta el surgimiento de grupos de cristianos, que para determinados fines citan frases de bíblicas como justificación para su actuar (“cristianos por el socialismo”, etc.).

La posibilidad de acudir a la Sagrada Escritura para justificar la acción pública se debe entender dentro del ejercicio de la libertad religiosa, que consiste en reconocer que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; por ello, las referencias a la Palabra de Dios, no puede ser impedida, ni pública ni privadamente.

Dicho de otra forma, el derecho a la libertad religiosa, cuando está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, no puede impedir la invocación publica de la revelación que Dios ha dado al hombre en la palabra inspirada.

La iluminación que la Sagrada Escritura pueda motivar en la actuación pública, no debe llevarnos a olvidar la advertencia que hace la Constitución Pastoral Gaudium Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, dada en el Concilio Vaticano II, cuando señala que, “Quienes sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo” (28).

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás”.

La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto del amor se extiende a todos los enemigos. Es el mandamiento de la Nueva Ley: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo". Pero yo os digo: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por lo que os persiguen y calumnian"» (Mt 5,43-44)”.

En nuestro caso, tenemos que reconocer que la tendencia propia de América Latina se está dando silenciosamente en nuestro medio con las iglesias evangélicas, que ganan terreno en la política sin complejo alguno con sus referencias directas a la Biblia. Este fenómeno se explica, entre otras causas, por la falta de coherencia que se da en los partidos que en nuestro medio se dicen de inspiración cristiana, pero que han terminado -con mayor o menor adhesión- dando la espalda a la defensa de valores cristianos auténticamente cristianos, como ha ocurrido con la regulación del aborto, del matrimonio homosexual y el avance sin límite de la ideología de género.

Por último, nos debería llevar a reflexionar, como católicos, que exista un proyecto de ley para establecer el día de la Biblia, que tenga la siguiente justificación: “las iglesias evangélicas han mantenido una profunda conexión espiritual con la Biblia a lo largo de su historia, considerando este sagrado texto como una fuente de inspiración y guía en sus vidas y creencias (…)”.

Pidamos a Santa María que nos ayude a crecer en la lectura de la Santa Biblia.

Autor: Crodegango






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