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El tema cobra nuevamente actualidad porque en algunas diócesis que han concluido la etapa preparatoria del Sínodo convocado para octubre de 2023, ha surgido este asunto. Así aconteció recientemente en Barcelona.
Debemos estar atentos y no dejarnos confundir con noticias sensacionalistas, alentadas, muchas veces, desde la frivolidad y el desconocimiento profundo de las cosas.
La ordenación de mujeres se promueve por algunos que, empapados de la ideología feminista, consideran que la reserva del sacerdocio a los varones es una ofensa a los derechos de la mujer. Para otros, se trata de otro asunto que se debe abordar con la lógica igualitaria o de paridad de género, como si se tratase de equiparar los cupos de un directorio de una empresa o de la cámara de diputados.
No debe llevar a confusión en este tema el hecho que algunas comunidades cristianas, surgidas de la Reforma del siglo XVI o en tiempo posterior, hayan admitido a las mujeres en el cargo de pastor, equiparándolas a los hombres. En Inglaterra, los anglicanos, en 1994, admitieron mujeres al sacerdocio. En 2014, las Iglesias anglicanas de Gales, Estados Unidos, Australia, Canadá ya autorizan la ordenación de mujeres como obispos. En Suecia, el año 2020, ya había más pastoras mujeres (1533) que hombres (1527), es decir: el 50,1% frente al 49,9% Desde 1958 en ese país se autorizó la ordenación de mujeres como sacerdotes.
La tradición de la Iglesia Católica en este tema ha sido invariable. El punto 1577 del Catecismo señala sobre el particular:
"Solo el varón (vir) bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación" (CIC can 1024). El Señor Jesús eligió a hombres (viri) para formar el colegio de los doce Apóstoles (cf Mc 3,14-19; Lc 6,12-16), y los Apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores (1 Tm 3,1-13; 2 Tm 1,6; Tt 1,5-9) que les sucederían en su tarea (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 42,4; 44,3). El colegio de los obispos, con quienes los presbíteros están unidos en el sacerdocio, hace presente y actualiza hasta el retorno de Cristo el colegio de los Doce. La Iglesia se reconoce vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación (cf Juan Pablo II, Mulieris Dignitatem, 26-27; Id., Carta ap. Ordinatio sacerdotalis; Congregación para la Doctrina de la Fe decl. Inter insigniores; Id., Respuesta a una duda presentada acerca de la doctrina de la Carta Apost. "Ordinatio Sacerdotalis").
Al ser orden sacerdotal un sacramento, la Iglesia Católica no puede concebirlo como derecho que se deba a las mujeres por razones de justicia. El contenido del sacramento fue fijado por el mismo Jesucristo al instituir el colegio de los Apóstoles.
De igual forma, algunos partidarios de la ordenación de las mujeres tienen una visión “profesionalizante” del sacerdocio. Ven este asunto como si ello fuese una carrera u oficio, equiparable a las múltiples alternativas que tienen las mujeres para lograr un desarrollo personal y servir en la sociedad en iguales condiciones que los varones. Detrás de esto, lo que se busca son cupos para una carrera funcionaria, sin reparar que se trata de un sacramento.
Conviene recordar que, como lo explica el Catecismo, “los sacramentos han sido instituidos por el Señor. Los sacramentos son “de la Iglesia” en el doble sentido de que existen “por ella” y “para ella”. Existen “por la Iglesia” porque ella es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a la misión del Espíritu Santo. Y existen “para la Iglesia”, porque ellos son “sacramentos [...] que constituyen la Iglesia” (San Agustín, De civitate Dei 22, 17; Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q.64, a. 2 ad 3), ya que manifiestan y comunican a los hombres, sobre todo en la Eucaristía, "el misterio de la Comunión del Dios Amor, uno en tres Personas". (1117-118 Catecismo Iglesia Católica).
La Iglesia no inventa los sacramentos. Su función, por el contrario, es administrarlos fielmente. No es un capricho conservador que la Iglesia Católica no quiera ordenar sacerdotisas, es que no puede hacerlo.
Existen varios documentos que han expuesto latamente las razones teológicas para explicar este asunto, junto con profundizar el rol de la mujer en la Iglesia. Puede ayudar a nuestra formación leer los siguientes textos:
- “Declaración sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial” de la Congregación para la Doctrina de la fe, el 15 de octubre de 1976, fiesta de Santa Teresa de Ávila.
- La Exhortación Apostólica Christifideles laici, del Papa Juan Pablo II, dada en Roma, el día 30 de diciembre, fiesta de la sagrada Familia de Jesús, María y José, del año 1988. Es interesante lo que allí se señala acerca del rol de la mujer en la Iglesia, al señalar que, "la conciencia de que la mujer —con sus dones y responsabilidades propias— tiene una específica vocación, ha ido creciendo y haciéndose más profunda en el período posconciliar, volviendo a encontrar su inspiración más original en el Evangelio y en la historia de la Iglesia. En efecto, para el creyente, el Evangelio —o sea, la palabra y el ejemplo de Jesucristo— permanece como el necesario y decisivo punto de referencia, y es fecundo e innovador al máximo, también en el actual momento histórico. Aunque no hayan sido llamadas al apostolado de los Doce y, por tanto, al sacerdocio ministerial, muchas mujeres acompañan a Jesús en su ministerio y asisten al grupo de los Apóstoles (cf. Lc 8, 2-3 ); están presentes al pie de la Cruz (cf. Lc 23, 49); ayudan al entierro de Jesús (cf. Lc 23, 55) y la mañana de Pascua reciben y transmiten el anuncio de la resurrección (cf. Lc 24, 1-10); rezan con los Apóstoles en el Cenáculo a la espera de Pentecostés (cf. Hch 1, 14). Siguiendo el rumbo trazado por el Evangelio, la Iglesia de los orígenes se separa de la cultura de la época y llama a la mujer a desempeñar tareas conectadas con la evangelización. En sus Cartas, Pablo recuerda, también por su propio nombre, a numerosas mujeres por sus varias funciones dentro y al servicio de las primeras comunidades eclesiales (cf. Rm 16, 1-15; Flp 4, 2-3; Col 4, 15; 1 Co 11, 5; 1 Tm 5, 16). «Si el testimonio de los Apóstoles funda la Iglesia —ha dicho Pablo VI—, el de las mujeres contribuye en gran manera a nutrir la fe de las comunidades cristianas»".
Esperemos que nuestro aporte como Iglesia en esta fase preparatoria del Sínodo sea para profundizar en el contenido de los sacramentos, en especial el del orden sacerdotal. El camino sinodal debe ser una oportunidad para ayudar a nuestros pastores en su misión de conducir al Pueblo de Dios al cielo, no para incordiar con propuestas que, desde el desconocimiento de las bases teológicas del sacramento del orden, contribuyan a profundizar la crisis en la que nos encontramos.
Nunca será el momento para tomar las ideas de los que, por no tener sucesión apostólica y haberse alejado de san Pedro (Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia: Mt, 18:16), creen que con el sacerdocio de las mujeres se ayuda a difundir el cristianismo. Los datos de los países protestantes que siguieron ese camino revelan que la baja de los fieles no ha sido precisamente revertida por esta opción.
Pidamos a Santa María, que es la Reina de los Apóstoles, que nos ayude a ser fieles al contenido del sacramento del orden sacerdotal instituido por su Hijo, Jesucristo, Nuestro Señor.
Crodegango