"Unidos en Cristo para Evangelizar"
13 de Octubre de 2021
Jesús, José y María: emigrantes…
 


“El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios (Lv 19,34)”

Siglo I. Dice el Evangelio de Mateo, al inicio de este, “un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y huyó a Egipto” (Mateo 2, 13-14).

Si aplicamos la imaginación, no sería difícil visualizar como la Sagrada Familia tuvo que sufrir dejándolo todo para instalarse en otra nación. Viajarían en burro, a la usanza de la época, y transitarían caminos peligrosos llenos de riesgos para una mujer, un recién nacido y el papá quien los intentaba cuidar y proteger. Además, llegarían a un país en el que se hablaba otro idioma y en el que había que adaptarse a otras costumbres muy ajenas para ellos como israelitas.

Siglo XXI. Ana y Juan son venezolanos. El dinero no les alcanzaba para vivir y ya no podían mantener a la mamá de Ana. Juan perteneció a una ONG que visibilizaba algunos problemas de abusos de poder de las fuerzas armadas del Estado, y muchas veces fue perseguido. Esto le trajo consecuencias para buscar trabajo. No tenían a nadie en el exterior, solo un primo lejano en Chile.

La situación era desesperante. Al final, decidieron irse con la promesa que les dio un grupo sin nombre que le cobró 1000 dólares y que los hacía atravesar el continente por tierra durante 13 días hasta llevarlos a la frontera con Chile. Cuenta Juan: “en cada país había un guía y ese era el que nos iba guiando, yo contraté la agencia en Colombia, ya mucha gente se había venido por esa agencia, no tenía nombre”. Y remarca: “a veces nos bajábamos del autobús, caminábamos una frontera y nos montábamos en una camioneta y pasábamos a través de un río por otra frontera y así sucesivamente”.

Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y finalmente Chile, pero lo complicado fue cuando llegaron hasta el desierto altiplánico. “Terrible, yo perdí mi maleta y todas mis cosas porque o eran los niños o la maleta, yo venía con mi cuñada y ella se sintió mal, se desmayó, se puso morada, fue una experiencia horrible”, relata Ana. Posteriormente le entregaron todos los papeles falsificados y los dejaron en el terminal de buses. “Estos son falsos, nos decía el chofer del bus”. Más tarde la policía los tomaría detenidos como tráfico de migrantes.

Algunas consideraciones a tener en cuenta respecto del tema de la inmigración. Situaciones como la anterior, se repiten en distintos lugares de nuestro planeta. En el mundo hay 79,5 millones de desplazados. De esos, 26 millones son refugiados. 5 países representan dos tercios de las nacionalidades de desplazados: Siria, Venezuela, Afganistán, Sudan del Sur y Myanmar.

El “Mensaje del Santo Padre Francisco para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018”, se inicia con las siguientes palabras de la Biblia: “El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios (Lv 19,34)”. Y luego dice: “he manifestado en repetidas ocasiones cuánto me preocupa la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza (…) Cada forastero que llama a nuestra puerta es una ocasión de encuentro con Jesucristo, que se identifica con el extranjero acogido o rechazado en cualquier época de la historia (cf. Mt. 25,35.43). A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia”. En este documento el Papa ofrece todo un programa para entender la migración y actuar en consecuencia. Se centra en cuatro pasos: “Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados”. No tenemos espacio suficiente para explicar cada una, pero es nuestro deber como cristianos, estudiar estos temas, profundizar y tener argumentos para debatir (con respeto y caridad) con quienes muestran aprehensiones, y especialmente, con quienes actúan violentamente contra la inmigración.

Creo que es necesario decir, que algunas personas están cayendo en el error de suponer ?sin asidero científico? que la migración sólo genera costos. Si bien es cierto que algunos migrantes necesitan ayuda, también lo es el hecho de que la gran mayoría trabaja, paga impuestos directos e indirectos, e incluso, generan empleos con sus emprendimientos. La literatura consistentemente ha encontrado que los beneficios de la inmigración son mayores a sus costos, por lo que expresiones del tono de que “Chile no puede recibir más migrantes” asume que la migración sólo impone cargas o costos al país. Nada más alejado de la verdad e investigaciones muy serias así lo evidencian. Aparte, la inmigración es una oportunidad de enriquecimiento cultural para Chile. Mediante ese “caminar juntos” del que tanto ha hablado el Papa Francisco, Chile puede crecer en empatía y en caridad, nutriéndose de nuevas perspectivas de ver el mundo, la sociedad y la democracia.

Sería muy triste que como cristianos, actuemos en contra de la inmigración. El tema es muy complejo, y como vivimos en una sociedad desbordada de información y desinformación, tal vez por la abundancia de medios digitales, no nos detenemos a pensar y a reflexionar sobre la “verdad de la inmigración”. Hay numerosos y sugestivos textos que el Magisterio de la Iglesia ha difundido, en los que se nos dan indicaciones y recomendaciones claras para tomar conciencia de este problema, y, en consecuencia, actuar como cristianos responsables y comprometidos.

Uno de esos documentos para tener en cuenta es el “Erga Migrantes Caritas Christi” (La caridad de Cristo hacia los emigrantes) del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes (Instrucción del 3 de mayo de 2004). En las conclusiones de ese texto se dice, entre otras importantes consideraciones, que “el «extranjero» es el mensajero de Dios que sorprende y rompe la regularidad y la lógica de la vida diaria, acercando a los que están lejos. En los «extranjeros», la Iglesia ve a Cristo que «planta su tienda entre nosotros» (cfr. Jn 1,14) y «llama a nuestra puerta» (cfr. Ap 3,20). Este encuentro ?hecho de atención, acogida, coparticipación y solidaridad, de tutela de los derechos de los emigrantes y de empeño evangelizador? revela el constante cuidado de la Iglesia, que descubre en ellos auténticos valores y los considera un gran recurso humano”.

Pidamos insistentemente a Dios, que nos ayude a entender la situación de los migrantes, que nos permita poner los medios para ayudarles y abrirles las puertas para acogerles, acompañarlos, orientarles e integrarles en nuestra sociedad.

Nepomuceno

Referencias:

  • PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS EMIGRANTES E ITINERANTES INSTRUCCIÓN “ERGA MIGRANTES CARITAS CHRISTI” (La caridad de Cristo hacia los emigrantes) del 03.05.04.
  • MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO 2018 [14 de enero de 2018] “Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados”.
  • La historia de los migrantes venezolano fue obtenida de internet el 01-10-21. Se le han añadido algunos datos ficticios y se han cambiado nombres, datos y situaciones para proteger a los protagonistas: https://www.24horas.cl/regiones/tarapaca/-fue-una-experiencia-horrible-el-crudo-testimonio-de-victimas-de-trafico-de-migrantes-4994274






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